30 de septiembre | Maranata: El Señor viene | Elena G. de White | La resurrección especial
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Daniel 12:2.
Dios escogió la medianoche para liberar a su pueblo. Mientras los malvados se burlaban en derredor de ellos, apareció de pronto el sol con toda su refulgencia y la luna se paró… Aparecieron densas y tenebrosas nubes que se entrechocaban unas con otras. Pero había un claro de persistente esplendor de donde salía la voz de Dios como el sonido de muchas aguas estremeciendo los cielos y la tierra. Sobrevino un tremendo terremoto. Abriéronse los sepulcros y los que habían muerto teniendo fe en el mensaje del tercer ángel y guardando el sábado se levantaron, glorificados, de sus polvorientos lechos, para escuchar el pacto de paz que Dios iba a hacer con quienes habían observado su ley.—Primeros Escritos, 285.
Los que duermen en Jesús serán llamados de la casa de su prisión… a una gloriosa inmortalidad… [El Señor] ha resucitado, queridos amigos, y en vuestro desaliento podéis saber que…Jesús está a vuestro lado para daros paz.
Yo sé de lo que estoy hablando. He pasado por momentos en que pensé que las olas cubrirían mi cabeza; en ese tiempo sentí que mi Salvador era precioso para mí. Cuando mi hijo mayor me fue arrebatado sentí que mi pena era muy grande, pero Jesús vino a mi lado y sentí su paz en mi alma. La copa de consolación tocó mis labios.
Y luego aquel que había estado a mi lado durante 36 años… fue arrebatado. Habíamos trabajado juntos hombro a hombro en el ministerio, pero hubimos de entrelazar las manos del guerrero y ponerlo a descansar en la tumba silenciosa. Otra vez mi pena pareció muy grande, pero después de todo llegó la copa de la consolación. Jesús es precioso para mí. Caminó a mi lado… y caminará a vuestro lado. Nuestros amados son muy preciosos para nosotros cuando descienden a la tumba. Puede ser nuestro padre o nuestra madre el que depositamos allí; cuando salgan de la tumba sus arrugas habrán desaparecido, pero sus facciones permanecerán, y los reconoceremos…
Debemos estar preparados para encontrarnos con esos queridos amigos cuando emerjan en la mañana de la resurrección.— Manuscrito 80, 1886.
DEVOCIONAL ADVENTISTA
MARANATA: EL SEÑOR VIENE
Elena G. de White
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