18 de septiembre | Devocional: Alza tus ojos | El miembro que trabaja

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. 2 Corintios 4:17.

Es el más solemne privilegio representar ante el mundo el carácter de Cristo. Dondequiera que esto se haga, y quienquiera lo realice, se siembra la semilla para vida eterna. Cualquier cosa que vean que otros hacen y que el juicio de ustedes condena como impropio de un cristiano, asegúrense de no hacer nunca ustedes las mismas cosas. No aflijan el corazón de Jesús, que cargó sus pecados y llevó sus penas. Sirvan a Dios con mansedumbre y humildad de corazón.

El Señor los ama, y en tanto sigan en las huellas de Jesús, andarán seguros. Es fundamental que toda alma que profesa el nombre de Cristo haga senderos rectos para sus pies. ¿Por qué? No sea que el cojo se desvíe del camino. Es terrible, muy terrible dar a un alma un mal ejemplo y conducirla por el rumbo equivocado a causa de la forma en que ustedes andan. Pronto estaremos delante del trono de juicio de Cristo, no para que nuestros casos sean decididos, pues esto ya se habrá hecho antes. El Juez se sienta, los libros se abren, y se revela lo que cada hombre recibe de acuerdo con lo que haya hecho, ya sea bueno o malo. Colmen sus vidas de toda buena obra posible…

Jesús es rico en gracia. Obtengan, obtengan constantemente de El, pues pueden tener valiosas provisiones. El demonio de la herejía ha trazado un plan para el mundo, y ha resuelto poseerlo para su reino. Muchos son los que se hallan en su ejército. Están disfrazados, son sutiles y perseverantes. Rechazan toda influencia divina y emplean todo medio con el fin de maquinar la ruina de aun una sola alma. Poseen un ahínco, tacto y habilidad que es maravilloso, y se abren camino en toda brecha nueva donde el estandarte de la verdad es ensalzado.

¿Qué harán los obreros que trabajan unidos a Dios? ¿En qué radica su aptitud y eficiencia? Los que son obreros junto con Dios trabajarán en las filas de Cristo. Imbuidos del Espíritu Santo de Cristo, se elevarán a su verdadera dignidad y responsabilidad. La iglesia no ha de cruzarse de brazos como muestra de seguridad, y decir: “Soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. Los seguidores de Cristo no deben confiar en las experiencias pasadas, y dejar de crecer hacia la perfección. Si así lo hicieren, la iglesia enfrentará la derrota y la ruina. ¿De quién dependerá ella? Total y plenamente de Dios.—Carta 89, del 18 de septiembre de 1894, dirigida a Edson y Emma White.

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DEVOCIONAL: ALZA TUS OJOS

Elena G. de White

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