13 de junio | Devocional: Hijos e Hijas de Dios | Cuidemos nuestro cuerpo

«Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas espiritualmente». 3 Juan 2, NVI

 EL CUIDADO DE NUESTRO CUERPO es la tarea más valiosa que podemos aprender. No hemos de realizar trabajo mental y detenemos allí, ni hacer trabajo físico solamente, sino emplear del mejor modo posible todos los órganos: el cerebro, los huesos, los músculos, el cerebro y el corazón.— The Youth’s Instructor, 31 de marzo de 1898.

El cuidado adecuado de la salud incluye todo lo relacionado con las obligaciones hacia uno mismo, el prójimo y Dios. Usense entonces las facultades físicas y las mentales de modo equilibrado.

Cada acto deriva su valor del motivo que lo impulsa, y si los motivos no son nobles, puros y desinteresados, la mente y el carácter nunca estarán bien equilibrados. […]

Pertenecemos al Señor, porque él nos ha creado. Le pertenecemos por la redención, porque envió a su Hijo por nosotros. […] Preservemos, pues, cada órgano de nuestro cuerpo a fin de que podamos usarlos todos para la gloria de Dios. Preservémoslo para él.

Nuestra salud depende del armonioso funcionamiento de todos los órganos. No abusemos de ninguna de las facultades que Dios no ha dado, ya sean físicas, mentales o morales. Todos nuestros hábitos han de ser puesto bajo el dominio del Señor.

Los jóvenes de ambos sexos, que han de crecer hasta la plena estatura de Cristo Jesús, deben ser inteligentes en el cuidado de su salud. […] Cualquier mal hábito, como acostarse o levantarse tarde, o comer deprisa, debe ser vencido. Mastiquen bien los alimentos. No los ingieran precipitadamente. Tengan día y noche su cuarto bien ventilado, y hagan trabajo físico útil. […]

Hemos de usar correctamente nuestras facultades ejercitándolas al máximo en ocupaciones productivas, a fin de mantener saludables todos los órganos de nuestro cuerpo. Haciendo que nuestro cuerpo y nuestra mente, toda la musculatura y el sistema nervioso, funcionen equilibradamente, podremos servir mejor al Señor.— The Youth’s Instructor, 7 de abril de 1898.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS

Elena G. de White

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