21 de febrero | Devocional: La maravillosa gracia de Dios | Sobre los reinos terrenales

De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Mateo 5:19.

Las cualidades que brillan con mayor resplandor en los reinos del mundo, no tienen lugar en el reino espiritual de Cristo. Todo lo que es altamente estimado entre los hombres, y que le produce exaltación a su poseedor, como casta, rango, posición o riqueza, no se cotiza en el reino espiritual. El Señor dice: “Yo honraré a los que me honran”. 1 Samuel 2:30. En el reino de Cristo los hombres se distinguen por su piedad…

El reino de los cielos es de una categoría más elevada que la de cualquier reino terrenal. Si hemos de ocupar en él una posición más elevada o más humilde, no dependerá de nuestro rango, nuestra riqueza o nuestra educación, sino del tipo de obediencia que hayamos prestado a la Palabra de Dios. Los que hayan actuado por egoísmo y ambición humana, los que hayan luchado por ser los mayores, los que han manifestado importancia propia, los que se han sentido por encima de la confesión de equivocaciones y errores, no tendrán lugar en el reino de Dios. Si los hombres han de ser honrados como miembros de la real familia de Dios, lo será por la forma en que soportaron la prueba de Dios que se les impuso en esta vida. Los que no hayan sido abnegados, los que no hayan manifestado simpatía por los ayes de los demás, los que no hayan cultivado los preciosos atributos del amor, los que no hayan manifestado tolerancia y humildad en esta vida, no cambiarán cuando Cristo venga…

El carácter que nosotros revelemos ahora es el que decide nuestro destino futuro. La felicidad del cielo se hallará poniéndose en conformidad con la voluntad de Dios, y si los hombres llegan a ser miembros de la familia real en el cielo es porque éste ha comenzado con ellos en la tierra. Han albergado el espíritu de Cristo, y cuando llega el llamado: “Hijo, sube más arriba”, los justos se apropiarán de cada gracia, de toda facultad preciosa y santificada de las cortes del cielo, y cambiarán la tierra por el cielo.—The  Review and Herald, 26 de marzo de 1895.

 

DEVOCIONAL

LA MARAVILLOSA GRACIA DE DIOS

Elena G. de White

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