21 de febrero | Devocional: Hijos e Hijas de Dios | Nombrar a Dios, algo muy serio
«No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios, pues él no dejará sin castigo al que use mal su nombre». Éxodo 20: 7, DHH
SE NOS HA DADO RAZÓN del porqué de este mandamiento: No hemos de jurar «de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello» (Mat. 5: 34-36).
Todo proviene de Dios. No tenemos nada que no hayamos recibido; además, no tenemos nada que no haya sido comprado para nosotros por la sangre de Cristo.— El discurso maestro de Jesucristo, cap. 3, pp. 105, 106.
No debiéramos, llevados por la ira, usar expresiones incendiarias, pues para Dios y los santos ángeles es como si fueran blasfemias.— El hogar cristiano, cap. 71, p. 417 (1894).
Este mandamiento no solo prohíbe el jurar en falso y las tan extendidas blasfemias; sino también el uso del nombre de Dios de una manera frívola o descuidada, sin considerar su tremendo significado. Deshonramos a Dios cuando mencionamos su nombre en las conversaciones triviales, cuando le suplicamos por nimiedades, cuando repetimos su nombre con frecuencia y sin reflexión. «Santo y terrible es su nombre» (Sal. 111:9). Todos hemos de reflexionar en cuanto a su majestad, su pureza y su santidad, de modo para que nuestro corazón comprenda su exaltado carácter, y su santo nombre se pronuncie con respeto y solemnidad.— Patriarcas y profetas, cap. 27, pp. 278-279.
No es a ningún ser humano a quien hemos de exaltar y rendir culto. Es a Dios, al único Dios verdadero y viviente, a quien se le debe adoración y reverencia. De acuerdo con la enseñanza de las Escrituras, desagradamos a Dios al dirigimos a los ministros del evangelio llamándolos «reverendo».— The Youth’s Instructor, 7 de julio de 1898.
DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White
(1562)
