1 de febrero | Devocional: La fe por la cual vivo | Nuestro amante padre celestial

Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros en él. 1 Corintios 8:6.

“Señaló Jesús al Gobernador del universo a sus oyentes, bajo un nuevo nombre: ‘Nuestro Padre.’”—El Discurso Maestro de Jesucristo, 63.

“Este nombre, pronunciado cuando le hablamos a él y cuando hablamos de él, es una señal de nuestro amor y confianza hacia él, y una prenda de la forma en que él nos considera y se relaciona con nosotros. Pronunciado cuando pedimos un favor o una bendición, es una música en sus oídos….

“Nos invita a confiar en él con una confianza más profunda y más fuerte que aquella que un hijo deposita en un padre terrenal. Los padres aman a sus hijos, pero el amor de Dios es más grande, más amplio, más profundo de lo que al amor humano le es posible ser.”—Sketches From the Life of Paul, 128.

“Tal concepto de Dios nunca fue presentado al mundo por ninguna religión, excepto la de la Biblia. El paganismo enseña a los hombres a mirar al Ser Supremo como objeto de temor en vez de amor—una deidad maligna a la que es preciso aplacar por el sacrificio, en vez de un Padre que vierte sobre sus hijos el don de su amor. Aun el pueblo de Israel había llegado a estar tan ciego a la enseñanza preciosa de los profetas referente a Dios, que esta revelación de su amor paternal aparecía como un tema original, un nuevo don al mundo…

“No es la posición mundanal, ni el nacimiento, ni la nacionalidad, ni los privilegios religiosos, lo que prueba que somos miembros de la familia de Dios; es el amor—un amor que abraza a toda la  humanidad.”—El Discurso Maestro de Jesucristo, 65.

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DEVOCIONAL

LA FE POR LA CUAL VIVO

Elena G. de White

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