4 de abril | Devocional: Mi vida Hoy | La paciencia sigue a la caridad

Mas tú, oh hombre de Dios, sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre. (1 Tim. 6:11)

Debemos mantener una relación estrecha e íntima con el cielo, si tenemos la virtud del temor de Dios. Jesús debe ser el huésped de nuestro hogar, miembro de la familia, si reflejamos su imagen y manifestamos que somos hijos del Altísimo. Es algo hermoso la religión en el hogar. Si el Señor mora en nosotros, sentiremos que somos miembros de la familia celestial de Cristo. Nos daremos cuenta de que los ángeles nos observan, y nuestros modales serán amables y tolerantes. Debemos prepararnos para entrar en los atrios celestiales, cultivando la cortesía y el temor de Dios…
Enoc anduvo con Dios. Lo honró en todos los aspectos de la vida. En su hogar y en medio de los negocios, se preguntaba: «¿Será aceptable esto al Señor?» Y acordándose de Dios y siguiendo su consejo, vio transformarse su carácter y se convirtió en un hombre piadoso, cuyos caminos agradaron al Señor. Se nos exhorta a que mostremos en el temor de Dios amor fraternal. ¡Cuán necesario es que demos este paso, para sumar esta cualidad a nuestro carácter! . . . Debemos alimentar por los demás el mismo amor que Cristo tuvo por nosotros. El Señor del cielo adjudica a cada hombre su verdadero valor. Si éste no es bondadoso en su hogar terrenal, no cabrá en el hogar celestial. Si quiere siempre hacer su voluntad, sin preocuparse de ofender a los demás, no se sentirá contento en el cielo, a menos que pueda gobernar allí. El amor de Dios debe dominar en nuestro corazón… Buscad al Señor con espíritu quebrantado y contrito y os sentiréis traspasados de compasión por vuestros hermanos. Estaréis preparados para mostrar en el amor fraternal caridad o amor…
Eso nos acercará más al Cielo. Podemos disfrutar de la dulce paz y el consuelo de Dios al hacer esta obra. Tal actitud nos transportará al ambiente celestial. (RH, 21-02-1888) (102)

DEVOCIONAL MI VIDA HOY
Reflexiones para cada día
Elena G. de White

(1737)

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