Viernes 2 de febrero 2024 | Devoción Matutina para Adultos 2024

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2024
ASÍ ES DIOS
Relatos de la Gracia y el Amor Divinos
Roberto Herrera
Lecturas devocionales para Adultos 2024

Dios habita en la eternidad

«Ciertamente mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche» (Salmo 90:4).

Al leer el Salmo 90, escrito por Moisés, hombre de Dios, vemos que la relación tiene Dios con el tiempo no es como la que tenemos los seres humanos.
Contrario a lo que sucede con nosotros, Dios no se encuentra sometido al paso del tiempo, sino que vive en un eterno presente. Dios es eterno, nosotros transitorios (pasajeros, temporales, fugaces), como bien dice el subtítulo del Salmo. Para Dios, mil años son como para nosotros el día de ayer que ya pasó, porque para él no hay pasado ni futuro, como sucede en nuestro caso. Nosotros somos como «la hierba, que en la mañana florece y crece; a la tarde es cortada y se seca» (vers. 5-6); él, en cambio, es infinito.
Nosotros pensamos y actuamos como lo hacemos porque sabemos que solo contamos con 24 horas al día, 30 días al mes, 12 meses al año y, previsiblemente, llegaremos a vivir unos setenta u ochenta años. Dios piensa y actúa como lo hace porque es eterno, y tiene un plan para nosotros que abarca la eternidad, no solo el día de hoy, los próximos años o una generación (vers. 1). Dios no está sujeto a presiones, apuros, demoras ni estrés, porque nada de eso existe en la eternidad.
El tiempo, tal como lo conocemos y entendemos los seres humanos, no existía antes de que Dios lo creara. El tiempo es una medida que se necesita donde las cosas cambian, se transforman o dejan de ser; pero Dios es «el que habita la eternidad» (Isaías 57:15). Un estudioso del tema explica que, desde una perspectiva antropológica, el ser humano, por su constitución corpóreo-espiritual, es el único capaz de percibir el tiempo, de asumirlo y de darle un significado. Y desde una perspectiva teológica, el tiempo es el medio a través del cual Dios quiere realizar su designio de salvación con nosotros, sus criaturas.
Gracias, Padre, por el privilegio que nos das de tener un Dios que no es afectado por el tiempo. Hoy, elevamos a ti esta oración parecida a la de Moisés: Señor, siendo que tú eres eterno, infinito y trascendente, «enséñenos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría» (vers. 12). Permite que podamos vivir de tal manera que este fugaz tiempo que nos concedes en tu bondad pasar aquí en esta tierra sea la preparación para una eternidad a tu lado. Amén.

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