26 de diciembre 2022 | Devoción Matutina para Adultos 2022 | Buenas nuevas para todos, ¡sin excepción!

«El ángel les dijo: «No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor»». Lucas 2:10-11

UNA DE LAS COSAS QUE MÁS ME GUSTA DEL EVANGELIO de Jesucristo es que trajo buenas noticias para toda clase de gente, sin excepción. Si leemos con atención nuestro texto para hoy, eso fue exactamente lo que el ángel anunció a los pastores: «Nuevas de gran gozo, para todo el pueblo». Ricos y pobres, libres y esclavos, judíos y griegos, hombres y mujeres: nadie sería excluido de las bendiciones que traería el Mesías.
Para quienes vivimos en el siglo XXI nos resulta difícil captar todo lo que esto significaba para quienes se encontraban en los niveles más bajos de la escala social de Palestina del tiempo de Cristo; por ejemplo, los esclavos, las mujeres y los pobres. Un ejemplo de esta realidad lo menciona James Coffin cuando escribe que un judío devoto en ese tiempo usualmente comenzaba el día dando gracias a Dios por no haber nacido esclavo, ni pagano, ni mujer.
¿Cuál era el mayor sufrimiento de los pobres? Según Albert Nolan, la vergüenza. «Los que eran verdaderamente pobres —escribe Nolan— dependían totalmente de la misericordia de otros. En el Oriente, más que en el Occidente, esta es una terrible humillación».
De acuerdo a esta información, ¿qué lugar en la escala social ocuparía, por ejemplo, una mujer pobre? Uno muy bajo. ¿Y una mujer que, además de pobre, padeciera una enfermedad que la convertía en impura? ¿Podemos imaginar su vergüenza?
Mujer, pobre, impura. ¿De quién estamos hablando? De la mujer que tocó el manto de Jesús. Esta mujer «desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía y de nada le había servido, antes le iba peor» (Mar. 5: 25-26). Pero entonces oyó hablar de Jesús, se acercó a él a hurtadillas, tocó su manto y quedó sana de su azote (vers. 27-29).
Pero, el milagro no terminó ahí. Cuando el Señor preguntó quién lo había tocado, y la mujer «temiendo y temblando […] le dijo toda la verdad», él le respondió: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad» (vers. 33-34).
No solo la sanó, ¡además la llamó «hija»! En otras palabras, ¡adiós enfermedad, adiós vergüenza! ¡Ya no tienes que esconderte más!
Ahora dime: ¿No son estas buenas noticias? De hecho, ¿no es la mejor de las noticias?

Gracias, Padre celestial, porque el supremo regalo de tu Hijo y porque su encarnación nos trajo «nuevas de gran gozo» a todos, sin excepción

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2022



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