24 de abril | Devocional: Nuestra Elevada Vocación | El sentimiento y la fe son diferentes

Porque por fe andamos, no por vista. 2 Corintios 5:7.

Cuando cumplimos con la palabra escrita, entonces debemos andar por fe. Deshonramos a Dios cuando dejamos de confiar en él, después que nos ha dado una evidencia tan admirable de su compasivo amor en el don de su Hijo. Debemos perseverar, contemplando a Jesús, ofreciéndole nuestras oraciones con fe, aferrándonos a su fortaleza. Si diéramos más expresión a nuestra fe, y nos regocijáramos más en las bendiciones que sabemos que poseemos, encontraríamos cada día gran gozo y fortaleza.
El sentimiento y la fe son tan distintos el uno del otro como lo es el este del oeste. La fe no depende de los sentimientos. Debiéramos dedicarnos diariamente a Dios, y creer que Cristo comprende y acepta el sacrificio, sin examinarnos a nosotros mismos, para ver si tenemos ese grado de sentimientos que pensamos que debe corresponder a nuestra fe. ¿No tenemos la seguridad de que nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a aquellos que lo piden con fe que lo que los padres lo están para dar buenos dones a sus hijos? Debiéramos avanzar como si oyéramos la respuesta de Dios, de Aquel cuyas promesas nunca fallan, dada a la oración enviada a su trono. Cuando hagamos esto, las nieblas y las nubes serán disipadas, y pasaremos de las sombras de las tinieblas a la clara luz de su presencia.
Si educamos nuestras almas para que tengan más fe, más amor, mayor paciencia, una confianza más perfecta en nuestro Padre celestial, tendremos más paz y felicidad a medida que enfrentemos los conflictos de esta vida. El Señor no se agrada de que nos irritemos y preocupemos, lejos de los brazos de Jesús. El es la única fuente de toda gracia, el cumplimiento de cada promesa, la realización de toda bendición. … Si no fuera por Jesús, nuestro peregrinaje realmente sería solitario. El nos dice: “No os dejaré huérfanos”. Juan 14:18. Apreciemos estas palabras, creamos en sus promesas, repitámoslas cada día y meditemos en ellas durante la noche, y seamos felices.—Manuscrito 75, 1893.

DEVOCIONAL: NUESTRA ELEVADA VOCACIÓN
Elena G. de White

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Devocional

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