21 de agosto | Devocional: Alza tus ojos | Edifiquen sobre la roca

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 1 Corintios 3:11.

Muchos profesos seguidores de Cristo no tienen los ojos puestos únicamente en la gloria de Dios. Tienen sus propias ideas y normas, y mantienen éstas ante ellos en vez de la norma de la Palabra de Dios. Necesitamos una religión pura y sin mancha. Es menester que imploremos por la justicia que llega al alma verdaderamente convertida, que acepta la vida del Redentor como su ejemplo.

No pensemos que podemos pasar por este mundo haciendo lo que nos place, y no obstante ser aceptados por Dios como seguidores de su Hijo. Las puertas de la ciudad de Dios no se abrirán para los que no han levantado la cruz y seguido a Cristo en renunciamiento y abnegación. Si alguna vez hemos de tomar posesión del reino de gloria, debemos aceptar por fe los méritos de Jesucristo: debemos ser partícipes de su naturaleza, y vencer por medio de su gracia…

Algunos que sufren privaciones y desánimo pueden sentir que la suya es una triste suerte. Los tales recuerden que Cristo gustó experiencias similares. El sabía que existían la pobreza y las penurias. El los invita a creer en su amor y a seguir en sus pisadas. Obrará por medio de los que tienen medios, para que provean a quienes necesitan…

Hay un mundo que salvar. ¿Qué están haciendo ustedes para colaborar con Cristo? ¿Están procurando llegar a los que están afligidos, los que sufren y necesitan ayuda? ¿Están aprovechando sus oportunidades, ventajas y recursos para ganar almas para Cristo? Pueden decir: “Yo no soy ministro, y por consiguiente no puedo predicar la verdad”. Puede ser que no lo sean en el sentido generalmente aceptado de la palabra; puede ser que nunca se los llame para estar en el púlpito, sin embargo, pueden ser ministros de Cristo si tienen sus ojos abiertos a las oportunidades que se presentan para decir una palabra a esta y aquella alma. Dios hablará por medio de ustedes para guiarlas a Cristo…

Muchos hemos descuidado el estudio de las Escrituras. Hemos fracasado en desarrollar el tipo de caracteres que Jesús puede usar. El Hijo de Dios abandonó las cortes de gloria y descendió a este mundo para participar de sus tentaciones y privaciones, para poder levantarnos y hacemos hijos e hijas de Dios. El nos llama individualmente para que comencemos la obra que se nos ha designado dondequiera nos hallemos. Hemos de velar por las almas, pues hemos de rendir cuentas. Debemos hacer todo lo posible para ministrar a las necesidades espirituales de la humanidad…

Todos los días estamos edificando el carácter. Edifiquemos sobre la Roca, Cristo Jesús. Este fundamento seguro permanecerá para cada uno de nosotros.—Manuscrito 85, del 21 de agosto de 1909, sermón predicado en Nevada, Iowa.

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DEVOCIONAL: ALZA TUS OJOS

Elena G. de White

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