2 de noviembre 2020 | Devoción Matutina para Damas 2020 | Como una niña

UN DÍA A LA VEZ

Lecturas Devocionales para Mujeres 2020

 

«Sea mi oración como incienso en tu presencia, y mis manos levantadas, como ofrenda de la tarde» (Sal. 141-2).

 

Durante sus vacaciones escolares, una niña tenía por costumbre acompañar a su mamá a vender literatura cristiana. La madre era colportora y, en una ocasión, le dijo:

—Cuando esté presentando mis libros, tú ora a Jesús para que toque los corazones de las personas y compren, porque en esos libros está el mensaje de salvación. Además, mamá gana dinero cada vez que vende uno.

Los ojos de la niña se avivaron:

-Si vendes uno de esos libros, ¿me compras las sandalias que me gustan? —le pidió.

—Sí, hijita, seguro que sí.

Y con ese acuerdo, entraron las dos en la siguiente casa, donde las atendió una señora muy amable. Mientras la madre explicaba la importancia de aquellos libros, la niña oraba en voz alta, aunque no se le entendía lo que decía, pero era: «Jesús, tócale el corazón a la señora para que aprenda más de Jesús y mi mamá me compre mis sandalias». La dienta, creyendo que algo le pasaba a la niña, le preguntó:

—¿Te sientes bien?

—Sí, muy bien —respondió la niña.

La madre, de inmediato, le dijo a su hija que orara en silencio, cosa que ella hizo. Finalmente, la señora compró varios libros y la mamá tuvo que cumplir la palabra que le había dado a su niña. Aquella pequeña continuó orando con fe el resto de su vida, gracias a la semilla sembrada aquel día en su corazón.

Cuando los niños oran, lo hacen sin hipocresía. Son transparentes, agradecidos y, sobre todo, confiados. Cuando un niño pide algo a Jesús, lo hace con una sonrisa anticipada de agradecimiento; y si Jesús no le «contesta», el niño no le reclama ni se enoja, sigue siendo el mismo. No existen dudas en su corazón; sigue esperando. En su cabeza no hay espacio para la Lógica ni para el mucho pensar; solo tiene una sencilla fe infantil, como la que deposita en su papá y en su mamá. Qué ejemplo a imitar para todas nosotras, ¿no crees?

Confiemos en Dios como si fuéramos niñas. Veámoslo como ese Padre celestial que sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos, y que responde nuestras oraciones conforme a su voluntad.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020



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