18 de febrero | Devocional: Nuestra Elevada Vocación | Jesús es nuestro mejor amigo

El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo: y amigo hay más conjunto que el hermano. Proverbios 18:24.

¡Cuán pocos son los que contemplan constantemente al huésped invisible, comprendiendo que está a su mano derecha! ¡Cuántos son los que ignoran su presencia! Si tratáramos a otros de la manera en que tratamos a Jesús, ¡cuán descorteses nos considerarían!

Supongamos que esté con nosotros un amigo, y que en el camino encontremos a una persona, y le dirijamos toda nuestra atención a esa nueva relación, desentendiéndonos de la presencia de nuestro amigo, ¿qué opinión tendrían los hombres de nuestra lealtad hacia nuestro amigo, de nuestro grado de respeto hacia él? Y así es como tratamos a Jesús. Nos olvidamos de que es nuestro compañero. Iniciamos una conversación, y nunca mencionamos su nombre. … Hablamos de negocios mundanos, y no deshonramos a Jesús en las cosas esenciales; pero lo deshonramos cuando dejamos de mencionar su nombre en nuestras conversaciones con nuestros amigos y asociados. El es nuestro mejor amigo, y por eso debiéramos buscar la oportunidad de hablar de él…. Siempre debiéramos tenerlo en cuenta. Nuestra conversación debiera ser de tal naturaleza, que no ofenda a Dios.—The Signs of the Times, 9 de enero de 1893.

Yo sé que en muchos corazones surge la pregunta: “¿Dónde puedo encontrar a Jesús?” Hay muchos que desean su presencia, su amor y su luz; pero no saben hacia dónde mirar para encontrar a Aquel por quien suspiran sus corazones. Y sin embargo, Jesús no se oculta; nadie necesita buscarlo en vano. El dice: “He aquí yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo”. Apocalipsis 3:20. Jesús nos invita a aceptar su presencia; pero nosotros debemos abrirle la puerta del corazón, y permitirle la entrada. Pero él no va a compartir un corazón dividido. Si se ha entregado al servicio de Mammón, y el orgullo y el egoísmo llenan todas las cámaras, no habrá lugar para el huésped celestial; él no morará con nosotros, hasta que el templo del alma haya sido vaciado y limpiado. Sin embargo, no hay necesidad de fracasar en la vida cristiana. Jesús está esperando para hacer una gran obra en nuestro favor, y todo el cielo está interesado en nuestra salvación.—The Review and Herald, 24 de noviembre de 1885.

DEVOCIONAL: NUESTRA ELEVADA VOCACIÓN

Elena G. de White

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Devocional

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