12 de diciembre | Devocional: Exaltad a Jesús | Nada entre nosotros y Dios

Vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro,… sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. 1 Pedro 1:6-7.

Cuando nos sintamos tentados a colocar nuestros afectos sobre cualquier objeto terrenal que revele la tendencia a absorber nuestro amor, debemos pedir gracia para apartarnos de él y no permitirle que se interponga entre nosotros y Dios. Queremos mantener ante los ojos de la mente las mansiones que Jesús nos fue a preparar. No debemos permitir que nuestras casas y tierras, nuestras transacciones comerciales y empresas mundanales se interpongan entre Dios y nosotros. Deberíamos mantener en mente las ricas promesas que dejó registradas. Deberíamos estudiar las grandes señales que nos hablan de los tiempos en que vivimos. Es evidente que nos encontramos muy cerca de la culminación de la historia de esta tierra, y cualquier cosa de naturaleza mundanal debería ocupar un lugar secundario al servicio de Dios. Deberíamos orar fervorosamente en preparación para enfrentarnos con las luchas del gran día de Dios. Deberíamos regocijarnos frente a la perspectiva de encontrarnos pronto con Jesús en las mansiones que fue a preparar para nosotros. Jesús puede suplir todas nuestras necesidades si tan sólo vamos a él con confianza. Al contemplarlo nos deleitaremos con las riquezas de la gloria de su amor divino. El amor idolátrico por las cosas que se ven quedará reemplazado por un amor más elevado y mejor por las cosas inperecederas y preciosas. Las riquezas eternas se pueden contemplar hasta que los afectos quedan ligados a las cosas de arriba y uno llega a ser un instrumento que señala a otros la forma de colocar los afectos en los tesoros celestiales. Podemos hacerles ver que el dinero gastado innecesariamente se ha desperdiciado, y peor que desperdiciado; porque se lo podría haber utilizado para presentar la verdad a las almas que están a punto de perecer. Para que el despilfarrador sea redimido, habrá que colocar delante de él un objeto que le muestre el pecado de desperdiciar los bienes de su Señor. El Señor requiere que sus siervos trabajen con los bienes que les ha encomendado. Los talentos que recibieron deben ser desarrollados por medio del ejercicio. El dinero que ha sido colocado en sus manos debe ser entregado a los banqueros…

Los que valoran el dinero correctamente son las personas que ven en él un medio para llevar la verdad a quienes nunca han escuchado de ella, y así rescatarlos del poder del enemigo. El alma que acepta la verdad verá desalojado su amor por las cosas terrenales. Contempla la incomparable gloria de las cosas celestiales y aprecia la excelencia de lo que se relaciona con la vida eterna. Se deleita en las realidades invisibles y eternas. Sus manos se sueltan de las cosas terrenas, y fija sus ojos admirados en las glorias invisibles del mundo celestial. Se da cuenta que sus tribulaciones han comenzado a producir en él un cada vez más excelente y eterno peso de gloria, y que en comparación con las riquezas de las cuales puede disfrutar, no puede sino considerarlas como tribulaciones leves y momentáneas.—The Review and Herald, 23 de junio de 1896.

DEVOCIONAL: EXALTAD A JESÚS

Elena G. de White

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