10 de agosto | Mi vida Hoy | Elena G. de White | Aliviad los sufrimientos
Y los envió a que predicasen el reino de Dios, y que sanasen a los enfermos. (Luc. 9:2)
Cristo estableció un hospital improvisado en las verdes colinas de Galilea, y en todas partes donde le llevaban los enfermos y dolientes. En cada ciudad, pueblo o aldea por donde pasaba, con la tierna compasión de un Padre cariñoso, apoyaba su mano sobre los afligidos, y los sanaba. Cristo ha dado a su iglesia el poder para efectuar esa misma obra. (Carta 168, 1902)
Al final de su ministerio terrenal, cuando encomendó a sus discípulos la solemne misión de ir y doctrinar «a todos los gentiles,» declaró que su ministerio sería confirmado por la restauración de los enfermos. «Sobre los enfermos pondrán las manos—dijo—y sanarán.» (Mar. 1:15, 18.) Al curar en su nombre las enfermedades del cuerpo, darían testimonio de su poder para curar el alma.
La misión que el Salvador encargó a sus discípulos abarca a todos los creyentes hasta el fin del tiempo… Jamás el mundo necesitó enseñanza y sanamiento como en estos días. Está lleno de seres que necesitan auxilio: débiles, indefensos, ignorantes, degradados. (CPT:466-467)
Los hijos de Dios deben ser verdaderos médicos misioneros. Deben aprender a satisfacer las necesidades del cuerpo y del alma, Deben saber cómo aplicar sencillos tratamientos que causan tanto alivio y curan la enfermedad. Deberían familiarizarse con los principios de la reforma pro salud, para enseñarles a los demás a prevenir la enfermedad y recuperar la salud mediante hábitos acertados en el comer, beber y vestir… El gran Médico…bendecirá a cada uno de los que avancen humilde y confiadamente para impartir la verdad presente. (RH, 05-05-1904)
En cierto sentido especial, el sanamiento de los enfermos es la obra que nos corresponde. (Ev:544) (234)
DEVOCIONAL ADVENTISTA
MI VIDA HOY
Reflexiones para cada día
Elena G. de White
(1871)