14 de agosto | Mi vida Hoy | Elena G. de White | Por los necesitados

Y rodeaba Jesús por todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y todo achaque en el pueblo. (Mat. 9:35)

¡Qué vida ocupada vivió Cristo! Todos los días se lo veía entrar en la humilde morada donde reinaba la necesidad y la miseria, para dirigir palabras de esperanza a los abatidos y de paz a los angustiados. Los pobres y enfermos recibían los más de sus cuidados. Los niños lo amaban. Su simpatía los atraía. Con sus palabras sencillas y cariñosas allanaba muchas dificultades que surgían entre ellos. A menudo los sentaba en sus rodillas y conversaba con ellos en una forma que les conquistaba el corazón…

Humilde y misericordioso, tierno y compasivo, andaba haciendo bienes, alimentando al hambriento, levantando a los que estaban postrados, confortando a los tristes. Nadie recurrió a él en procura de ayuda para irse sin alivio. Ni una veta de egoísmo se advierte en el modelo que dejó a sus seguidores. Vivió la vida que deben vivir todos los que creen en él. Su comida y bebida era hacer la voluntad de su Padre. A todos los que acudían a él en procura de ayuda les daba fe, esperanza y vida. Dondequiera que iba llevaba bendiciones. (Welfare Ministry:116)

Los seres humanos caídos y sufrientes despertaban la tierna compasión de nuestro Salvador. Si queréis ser sus seguidores, debéis cultivar las virtudes de la compasión y la simpatía. La indiferencia frente a los pesares humanos debe dar paso a un vivo interés en los sufrimientos ajenos. La viuda y el huérfano, el enfermo y el moribundo siempre necesitarán ayuda. He ahí una oportunidad de proclamar el Evangelio, de levantar en alto a Jesús, esperanza y consuelo de todos los hombres. Cuando se haya aliviado el cuerpo enfermo, después de mostrar vivo interés en los afligidos, el corazón se abre, y entonces podéis derramar el bálsamo celestial. Si estáis contemplando a Jesús y de él adquirís ciencia, fortaleza y gracia, podréis impartir su consuelo a los demás, porque el Consolador estará con vosotros. (Medical Missionary, 01-1891) (238)

 

DEVOCIONAL ADVENTISTA

MI VIDA HOY

Reflexiones para cada día

Elena G. de White

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Devocional, Mi vida Hoy

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