4 de abril 2023 | Devoción Matutina para Adultos 2023 | «Con regocijo segarán»

«Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán» (Salmo 126: 5).

El Salmo 56 es la oración de una persona que ha sido acusada falsamente por sus enemigos, y fue escrita con la expresa intención de que se leyera en una asamblea pública. En el versículo 6 de dicho salmo, el autor afirma que sus detractores «se reúnen, se esconden, miran atentamente mis pasos, como quienes acechan mi alma». El Salmo inicia con un sobrescrito que menciona a una «paloma silenciosa en paraje muy distante»; así se sentía David. «Cual ave errante lejos de su nido es el hombre errante lejos de su hogar», dice Proverbios 27:8. ¡Y eso era él, un hombre cansado de huir!
Es en esa circunstancia difícil de la vida que David, el salmista, hace esta maravillosa declaración: «Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están ellas en tu libro?» (Salmo 56: 8). David no esconde su desesperación, no reprime sus lágrimas, reconoce que la soledad lo ha herido profundamente. Entre los judíos circulaba un dicho que decía que hay tres clases de oraciones: «Orar, clamar y llorar». Orar es un acto silencioso; clamar incluye orar en voz alta; sin embargo, cuando se llora, se ora y se clama a la vez; y es que llorar «vence todas las cosas, porque no hay puertas por donde las lágrimas no pasen». En realidad, las lágrimas de David eran oraciones. En el Salmo 39:12, mediante un hermoso paralelismo sinónimo, se equiparan las lágrimas y la oración: «Oye mi oración, Jehová, y escucha mi clamor.
No calles ante mis lágrimas».
En la antigüedad, los pastores solían llevar unos recipientes de piel en los que guardaban el agua, el vino o la leche, a fin de satisfacer su sed a lo largo del día. Esos recipientes contenían un líquido precioso y valioso. En el Salmo 56, versículo 8, el salmista recurre a esa metáfora, y afirma que el líquido precioso que llena las vasijas del cielo son sus lágrimas, sus oraciones. La imagen se repite en Apocalipsis 5: 8 cuando dice que los seres celestiales llevan «copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos».
Todos tenemos luchas, conflictos, situaciones que nos hacen llorar; pero todos tenemos también la oportunidad de hacer de cada lágrima una plegaria que atraviese el universo y llegue hasta el trono de nuestro Creador. Si lo hacemos, Dios cumplirá su promesa: «Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán» (Salmo 126: 5).

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2023



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