29 de julio 2023 | Devoción Matutina para Adultos 2023 | «Te he amado con amor eterno»

«Yo me aparecí a él de lejos. Yo te he amado con amor eterno; por eso te sigo tratando con bondad» (Jeremías 31: 3, DHH).

La Dra. Marian Rojas Estapé, reconocida psiquiatra española, afirma que nos hace mucho bien traer a la memoria el recuerdo de personas que nos aman, que nos hacen sentir queridos. El hijo pródigo constituye un buen ejemplo de lo dicho por la doctora Rojas.
Cuando el rebelde muchacho se encontraba en la más abyecta situación, en la condición más miserable de su vida, lo que le devolvió la sensatez y el tino fue recordar todo lo bueno que había tenido en la casa de su padre. Los recuerdos de un padre cariñoso que estaban almacenados en su memoria marcaron la diferencia.
Jesús lo contó con estas palabras: «Volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti’”» (Lucas 15:17, 18).
¿Cuándo decidió el hijo pródigo levantarse y volver al hogar? Cuando recordó que en su casa siempre había habido pan; porque en su casa siempre había estado un padre, su padre, que lo amaba incondicionalmente. Esos recuerdos le dieron la fuerza para creer que su situación podría mejorar, y por eso se levantó con rapidez y firmeza, dispuesto a darle un nuevo rumbo a su vida.
Sí, es cierto, el pasado del hijo pródigo estaba lleno de rebeldía, de malas decisiones, de despilfarro económico y de pecado; pero también su pasado hablaba de una casa donde siempre había habido comida, de un padre que era todo amor. En tanto que su pecado lo ataba a quedarse a cuidar cerdos, recordar la casa del padre le devolvió el sentido a su vida.
Elena G. de White nos dice que «desdichado como era, el pródigo halló esperanza en la convicción del amor de su padre. Fue ese amor el que lo atrajo hacia el hogar» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 162). Cuando este joven solo contaba con la compañía de los cerdos, recordó que en la casa había un padre que lo amaba tiernamente y que siempre lo había hecho sentir querido. Y ese recuerdo fue precisamente lo que lo trajo de vuelta.
A todos los que quizá sintamos que nadie nos ama, las palabras de Jeremías nos ofrecen una bocanada de aire fresco: «Yo me aparecí a él de lejos. Yo te he amado con amor eterno; por eso te sigo tratando con bondad» (Jeremías 31: 3, DHH).
Levantémonos, volvamos al Padre, recibamos su bondadoso abrazo, dejemos que nos diga al oído lo mucho que nos ama.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2023



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