18 de agosto 2021 | Devoción Matutina para Adultos 2021 | Termómetro o termostato

“No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Filipenses 4:11).

HABÍA APRENDIDO a contentarse, no en el sentido de dejarse estar, sino en el sentido de bastarse a sí mismo, pues Cristo estaba con él. El apóstol no se limita a las situaciones. Aprender a contentarse no significa falta de interés o compromiso con el progreso y crecimiento.
No eran las situaciones las que iban a definir su temperatura,
era Pablo el que impondría la temperatura del ambiente.
El termómetro es un instrumento que sirve para medir la temperatura del ambiente que lo rodea, de manera que se adapta a su entorno. El mercurio o alcohol se contrae o dilata, marcando el frío o el calor, sin hacer absolutamente nada para cambiar las cosas a su alrededor. Solo tiene la capacidad de medir, pero no incide ni modifica. Se conforma con contemplar los eventos y circunstancias, como simple espectador. Su principal virtud y propósito es informar.
Por su parte, el termostato es un dispositivo que, conectado a una fuente de calor radiadores, aires acondicionados y otros, tiene la capacidad de regular la temperatura de manera automática, impidiendo que suba o baje del grado adecuado. En otras palabras, tiene la virtud de transformar la temperatura de su ambiente hasta alcanzar el nivel necesario y suficiente para que todo a su alrededor funcione perfectamente. No es un simple espectador sino activo protagonista. Su principal virtud y propósito es mantener la temperatura o transformar el ambiente.
Muchos son como el termómetro: Solo opinan, hablan, informan y no hacen nada para cambiar la historia.
Otros son como el termostato. No están sometidos a las circunstancias del ambiente, siempre están contentos, se bastan por sí mismos en Cristo y son instrumentos para transformar el ambiente. Son como la sal que dan sabor o como la luz que ilumina la oscuridad.
El creyente termostato, según Pablo, nunca se deja trastornar ni transformar por el
mundo; más bien él transforma, y si es necesario trastorna, siempre para bien.
Elena de White se refiere a estos creyentes termostatos de esta manera:
“Los que aman a Dios, tienen el sello de Dios en la frente,
y obran las obras de Dios […]: una influencia poderosa sobre la vida
y el carácter de los que los rodean, [… ] como la levadura
en la masa de la humanidad, transformando a otros por medio
del poder de Jesucristo. Relacionados con la fuente del poder,
nunca pierden su influencia vital, sino que crecen
siempre en eficiencia, abundando continuamente
en la obra del Señor” (Hijos e hijas de Dios, p. 53).
Como Pablo, sé un termostato protagonista
activo y transformador.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2021



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