10 de septiembre 2024 | Devoción Matutina para Adultos 2024 | Dios es generoso
«Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos» (2 Corintios 8: 9).
La esencia del carácter de Cristo es el amor. Por ese amor se dio a sí mismo por nosotros. Aunque la norma del mundo es ganar y ganar, la de Cristo es dar y dar (darse y darse). Contrario a Jesús, nosotros estamos por naturaleza inclinados a vivir para suplir nuestras necesidades materiales y acumular bienes, lo cual nos lleva con frecuencia a olvidarnos de las necesidades de los demás.
Cristo es nuestro ejemplo en lo que significa una vida libre de egoísmo. Esto es lo que el apóstol Pablo les estaba recordando a los hermanos de Corinto. De la misma manera, animó a los filipenses a imitar ese ejemplo del Maestro: «Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres» (Filipenses 2: 5-7). Toda la vida de Cristo fue una ofrenda. Ofrendó cada cosa que tenía, por buscar y salvar a los que se habían perdido. Muchas veces, cuando reflexionamos en el sacrificio de Cristo por nosotros, tendemos a pensar solo en los acontecimientos del último fin de semana de su vida en esta tierra, pero la realidad es que comenzó mucho antes, incluso antes de que el mundo fuera creado, cuando estuvo dispuesto a venir a esta tierra a dar su vida por nosotros.
Siendo Dios, se hizo hombre; viviendo en el cielo, vino a vivir a la tierra, y no solo un mes, una semana, o un fin de semana, sino treinta y tres años viviendo entre nosotros, como nosotros, cumpliendo toda justicia, para que su existencia, vivida en forma perfecta, nos fuera acreditada como si la hubiésemos vivido nosotros. Cristo estaba llevando a cabo su sacrificio en nuestro favor, tanto en los treinta años de los que sabemos poco de su vida, como en los tres años de su ministerio público y en su último fin de semana en este mundo. Sumamente generoso es nuestro Dios.
Teniendo un Dios tan generoso, ¿seremos generosos también? ¿O, al contrario que él, nos aferraremos de lo poco o mucho que tenemos, para dedicarnos a vivir una vida centrada en nosotros mismos? Te invito a la primera opción, y te recuerdo que la verdadera causa de la generosidad es el amor.
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