Domingo 26 de diciembre 2021 | Devoción Matutina para Adultos 2021
«Conforme o su propósito»
“Moisés confió en Dios y, por eso […], no quiso seguir siendo hijo adoptivo de la hija del rey. No quiso disfrutar de lo que podía hacer y tener como egipcio, pues era pecado. Prefirió que los egipcios lo maltrataran, como lo hacían con el pueblo de Dios. En vez de disfrutar de las riquezas de Egipto, Moisés decidió que era mejor sufrir, como también iba a sufrir el Mesías, pues sabía que Dios le daría su premio. Moisés confió en Dios y, por eso no le tuvo miedo al rey ni se rindió nunca. Salió de Egipto, y actuó como si estuviera viendo a Dios, que es invisible” (Hebreos 11:24-27, TLA).
MOISÉS ERA HIJO DE AMRAM y Jocabed, padres llenos de fe en Dios. Escondido del imperio y refugiado en el Señor, la princesa que lo rescató del río lo llamó Hapimosis o Irumosis, es decir “el nacido” o “sacado del Nilo”. Cuando Moisés “rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón” (Heb. 11:24), eliminó la referencia a un dios egipcio Hapi o Iru y quedó solo como Moisés; listo para vivir una vida de fe.
Al colocar a Moisés en un arca de juncos y ponerlo en el Nilo, Jocabed estaba cumpliendo con la costumbre pagana de ofrecer un hijo varón como sacrificio al río, al que los egipcios adoraban como dios. Moisés, flotando en su pequeña cesta, fue considerado por la princesa como un don de los dioses. Así, ella lo tomó como un hijo contratando a la propia madre del niño como su nodriza.
Como hijo adoptivo, Moisés tenía acceso a una vida de comodidades, privilegios, posición, prestigio, riqueza y poder. Como príncipe real fue educado en la sabiduría de los egipcios, sus letras, ciencia, religión, liderazgo, administración y mando militar. Su mente sobresaliente lo llevó a ser el orgullo de la nación. Su aspecto puede haber parecido egipcio pero su corazón siempre fue hebreo. Su fe, su lealtad y su devoción siempre fue a Jehová. Su esperanza era librar a Israel por la fuerza de las armas. Arriesgó todo, pero fracasó. Derrotado y desalentado, se transformó en fugitivo y desterrado en un país extraño.
“Moisés gastó cuarenta años pensando que era alguien, cuarenta años
aprendiendo que no era nadie y cuarenta años descubriendo lo que Dios
puede hacer con aquel que sabe que es un don nadie” (D. L. Moody).
En los desiertos de Madián como pastor de ovejas, aprendió humildad,
dependencia, dominio propio, sabiduría, austeridad y sencillez.
Dios siempre recompensa en el tiempo justo la fe verdadera de sus hijos.
Moisés puso lo imperecedero por sobre lo perecedero y lo invisible por encima
de lo visible. Por eso, alcanzó lo imposible. La fe permitió que tanto él como
su pueblo pudieran salir de la esclavitud y la muerte hacia la liberación y la vida.
Por su compromiso de fe, Moisés se perdió la posibilidad
de que su momia estuviera en algún museo. Por la gracia del Señor,
aunque pasó por el descanso de la muerte, fue resucitado
y vive en el Palacio de la nueva Jerusalén.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2021
SU GRACIA ES SUFICIENTE
Pr. Bruno Raso
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