9 de noviembre | Ser Semejante a Jesús | Elena G. de White | Consagrar la familia a Dios y mirar al Calvario
Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra. Oseas 6:3.
Ustedes nunca deben separar a Cristo de su vida y su familia, y cerrar las puertas contra él por medio de palabras y acciones pecaminosas. Están los que profesan la verdad pero que descuidan la oración de familia. Pero, ¿cómo pueden aventurarse a ir al trabajo sin entregar el cuidado de su alma a su Padre celestial?
Deben mostrar que confían en él. Deben consagrar a sus familias a Dios antes de salir de sus hogares.
Cada oración que ofrecen a Dios con fe, será seguramente oída y contestada por su Padre celestial. Cuando se le dijo a Abraham que fuera a un lugar que no conocía, en cada lugar donde colocaba su tienda, erigía un altar y ofrecía su oración matutina y vespertina; y el Señor dijo de Abraham: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio”. Génesis 18:19.
Esta es la misma obra que debe ser hecha en cada familia, pero que es extrañamente descuidada. Deseemos vivir como a la vista de Dios en este mundo. Es de la mayor importancia que hagamos constantemente preparación aquí para la vida futura inmortal. Podremos tener la vida que se mide con la vida de Dios; si somos fieles, tendremos la herencia inmortal, un bien eterno; veremos al Rey en su hermosura; contemplaremos los encantos incomparables de nuestro bendito Salvador.
Debemos sentir la importancia de educar e instruir a nuestros hijos para que vean y aprecien la vida eterna. Su voluntad debe ser puesta en sujeción a la voluntad de Dios, y deben tratar constantemente de reprimir todo lo que sea malo en sus naturalezas. Si los padres y las madres desean que sus hijos sean semejantes a Cristo en disposición, deben darles el ejemplo. Todos sus actos deberían ser para darles, a ellos y a sus hijos, idoneidad para el cielo, y [se nos promete que] los padres tendrán ayuda especial en este asunto.
El Salvador desea que su gozo sea cumplido; por lo tanto, les dice que permanezcan en él, y él en ustedes. Abran la puerta de su corazón, y dejen entrar a Jesús y los brillantes rayos de su justicia. Nos ama con un amor que es inefable, y si en algún momento comienzan a temer por su salvación, que Jesús no lo ama, miren al Calvario.—The Review and Herald, 5 de agosto de 1890.
DEVOCIONAL: SER SEMEJANTE A JESÚS
Elena G. de White
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