9 de febrero | Devocional: Hijos e Hijas de Dios | Para nuestro bien eterno

«Entonces el Señor nuestro Dios nos ordenó obedecer todos estos decretos y temerlo a él, para que siguiera bendiciéndonos y preservara nuestra vida como lo ha hecho hasta el día de hoy». Deuteronomio 6: 24, NTV

CUÁLES SON LAS MÚLTIPLES tentaciones y las innumerables erróneas ideas que enfrenta la juventud al salir al mundo? La pasión por ganar dinero, divertirse y satisfacer las pasiones, el afán por el lujo, la ostentación, el despilfarro, el exceso, el fraude y el robo. Todo esto conduce finalmente a la ruina.

El espiritismo, por ejemplo, asegura que los seres humanos son semidioses no caídos; que «cada cual es el juez de sí mismo»; que el «verdadero conocimiento nos coloca por encima de toda regla y norma moral»; que «la noción de pecado no existe»; porque «todo lo que seamos capaces de hacer es bueno» y «Dios no lo puede condenar». Presenta que los seres humanos, aun los más viles, están en el cielo, donde son exaltados. […] Multitudes llegan así a creer que el deseo constituye la ley suprema, que la licencia es libertad y que el ser humano no es responsable más que ante sí mismo.

Si se inculcan estas ideas en los primeros años de vida, cuando los impulsos son más fuertes y más necesario el dominio propio y la pureza, ¿dónde quedaría la salvaguardia de la virtud? […]. Al mismo tiempo la anarquía trata de hacer desaparecer toda ley, no solo divina sino humana. […]

Estas son las influencias a las que se enfrentan los jóvenes de hoy día. Para permanecer firmes en medio de todo eso, es necesario que echen ahora los cimientos del carácter.

En todas las generaciones y en todos los lugares, el verdadero fundamento y el modelo para la edificación del carácter han sido los mismos. La ley divina: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón […]; y a tu prójimo como a ti mismo» (Luc. 10: 27), el gran principio manifestado en el carácter y en la vida de nuestro Salvador, es el único fundamento y la única guía seguros.— La educación, cap. 25, pp. 204-206.

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DEVOCIONAL

HIJOS E HIJAS DE DIOS

Elena G. de White

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