8 de noviembre 2025 | Devoción Matutina para Adultos 2025 | A riesgo de su vida

NOVIEMBRE: FRENTE AL DOLOR

«Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15: 13).

Me emocionan las historias de sanitarios (médicos, enfermeras o camilleros) que tuvieron que enfrentarse sin preparación previa a algo tan terrible y desconocido como una pandemia, que arriesgaron su vida, a menudo sin apenas medios de protección. Paradójicamente el año 2020 había sido designado Año de la Enfermería.
Claudia es enfermera en una residencia de ancianos y me contó que jamás lo había pasado tan mal en su trabajo, que ama profundamente …
No había ni un solo día en el que mis compañeras y compañeros de trabajo no acabásemos llorando: de pena, por la muerte irremediable de nuestros pacientes más ancianos, de impotencia por la carencia de medicamentos efectivos, de rabia por la falta de información fiable y de recursos humanos.
Era muy doloroso ver cómo, tras una vida de lucha constante, tantos ancianos habían tenido que morir prácticamente solos, lejos de toda esperanza médica, abandonados a la fuerza por sus seres queridos. Tener que tragamos las lágrimas y llamar a la familia para darles la trágica noticia era algo que me partía el corazón. A veces era imposible no hundirme con ellos al otro lado del teléfono. No era justo para nuestros ancianos, ni para sus familias, ni para nosotros. No estábamos preparados para algo así, sabiendo que cada día arriesgábamos la vida.
Muchos tuvimos que dejar nuestras casas para no poner en peligro a nuestros familiares, sin saber qué iba a ser de nosotros. Ante la falta de personal (por enfermedad, por confinamiento o por exceso de pacientes), se ofrecieron a trabajar muchas enfermeras y enfermeros que no habían terminado todavía la carrera. No estaban preparados ni profesional ni psicológicamente para una carga de responsabilidad y de riesgo tan grandes. La mayoría se enfrentaron a la muerte por primera vez. Algunos sucumbieron al miedo y se confinaron.
Cuando le pregunté por qué ella había seguido adelante cuando ya casi no tenía energía, me respondió: «No lo sé. Dios me dio una fuerza y un amor que no eran míos.
Me mantuve incluso feliz en mi puesto de servicio, animada por la promesa divina de que «todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará» (Mat. 16: 25). Si tuviera que volver a enfrentarme a una situación parecida, haría lo mismo, con el aliento de Cristo».

Señor, dame la fuerza que no tengo para amar a quien me necesite, hasta donde me sea posible.
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DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2025



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