8 de febrero 2021 | Devoción Matutina para Adultos 2021 | Un juicio justo
“Pero sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según la verdad” (Romanos 2:2).
Cierta vez, en una ciudad, estábamos pasando frente al Ministerio de Justicia, cuando oí que alguien se estaba refiriendo a ese edifico público como “el Ministerio de Injusticia”. Esto es algo natural que suele darse en el imaginario colectivo popular.
Los seres humanos se han desviado tanto del camino de Dios, que muchos de sus actos son el reflejo de su “inconducta”, de su falta de valores, cumpliéndose la expresión de Isaías que la justicia humana está manchada como “trapos de inmundicia” (Isa 64:6).
Al contrario de lo que acontece en este mundo, Pablo dice que el juicio de Dios no será sobre supuestos, engaños, pruebas fraguadas o falsos testigos; sino según la verdad.
El juicio de Dios es universal, es para todos y a la vez es para cada uno, sea judío o gentil, creyente o ateo.
El juicio de Dios será ecuánime ya que todos serán juzgados en la misma base: el metro tendrá cien centímetros para todos.
El juicio de Dios no es optativo, es ineludible, no hay vías de escape, ni atajos, ni salida lateral, o por los fondos, no hay arreglos especiales, ni excusas válidas.
El juicio de Dios tendrá en cuenta el conocimiento de la voluntad de Dios adquirido por las personas, como así también las oportunidades ofrecidas y aprovechadas de conocer y practicar el mensaje de Dios.
El juicio es inevitable pero el amor de Dios es incomparable. Él nos ha creado a su imagen con libre albedrío. Es en el mal uso de la libertad, al separarnos de Dios, que creamos este mundo de pecado y sus consecuencias. El Señor no vino para condenar, sino para salvar. Cuando gritaban: UA otros salvo a sí mismo no se puede salvar” (Mat. 27:42), estaban diciendo una verdad.
Cristo no vino a salvarse él, vino a salvarnos a nosotros.
El juicio pondrá en evidencia que los actos de la vida han mostrado la aceptación del pian de Dios, de su amor, de su sacrificio ya que “no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús” (Rom. 8:1, NVI).
Escuchemos el insistente llamado del Señor, reflexionemos y actuemos:
“¿Qué diré para despertar al pueblo remanente de Dios? Me fue mostrado que nos esperan escenas espantosas; Satanás y sus ángeles oponen todas sus potestades al pueblo de Dios. Saben que, si los hijos de Dios duermen un poco más, los tienen seguros, porque su destrucción es cierta. Insto a todos los que profesan el nombre de Cristo a que se examinen, y hagan una plena y cabal confesión de todos sus yerros, para que vayan delante de ellos al juicio, y el ángel registrador escriba el perdón frente a sus nombres” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 91).
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2021
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