8 de agosto | Dios nos cuida | Elena G. de White | Fuente de compasión y misericordia

Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino. Salmos 45:6.

Aunque ascendió a la presencia de Dios y comparte el trono del universo, Jesús no ha perdido nada de su naturaleza compasiva. Hoy el mismo tierno y simpatizante corazón está abierto a todos los pesares de la humanidad. Hoy las manos que fueron horadadas se extienden para bendecir abundantemente a su pueblo que está en el mundo…

En todas nuestras pruebas, tenemos un Ayudador que nunca nos falta. El no nos deja solos para que luchemos con la tentación, batallemos contra el mal, y seamos finalmente aplastados por las cargas y tristezas. Aunque ahora esté oculto para los ojos mortales, el oído de la fe puede oír su voz que dice: No temas; yo estoy contigo. Yo soy “el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos”. Apocalipsis 1:18.

Los que expulsan la iniquidad de sus corazones y extienden las manos en ferviente súplica a Dios, recibirán la ayuda que sólo Dios puede darles. Se ha pagado un rescate por las almas de los hombres, para que pudieran tener la oportunidad de escapar de la esclavitud del pecado y obtener perdón, pureza y el cielo. Los que frecuentan el trono de la gracia, para ofrecer peticiones sinceras y fervientes en procura de sabiduría y poder divinos, no dejarán de ser siervos de Cristo activos y útiles. Puede ser que no posean grandes talentos, pero con humildad de corazón y firme confianza en Jesús podrán hacer una buena obra al traer almas a Cristo…

Miles tienen falsos conceptos de Dios y sus atributos… Dios es un Dios de verdad. Justicia y misericordia son los atributos de su trono. Es un Dios de amor, de piedad y tierna compasión. Así está representado en su Hijo, nuestro Salvador. Es un Dios de paciencia y longanimidad. Si el Ser a quien adoramos y cuyo carácter tratamos de asimilar tiene estas características, estamos adorando al verdadero Dios.

Si seguimos a Cristo, sus méritos, que nos son imputados, ascienden ante el Padre como dulce perfume. Y las gracias del carácter de nuestro Salvador, implantadas en nuestros corazones, esparcirán a nuestro alrededor una preciosa fragancia.

*Año bíblico: Isaías 59-62.

DEVOCIONAL DIOS NOS CUIDA

Elena G. de White

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