Los acontecimientos futuros en su orden, 7 de septiembre
Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. 1 Tesalonicenses 5:4.
Vi que Jesús no dejaría el lugar santísimo antes que estuviesen decididos todos los casos, ya para salvación, ya para destrucción,
y que la ira de Dios no podía manifestarse mientras Jesús no hubiese concluido su obra en el lugar santísimo y dejado sus vestiduras
sacerdotales, para revestirse de ropaje de venganza. Entonces Jesús saldrá de entre el Padre y los hombres, y Dios ya no callará, sino
que derramará su ira sobre los que rechazaron su verdad. Vi que la cólera de las naciones, la ira de Dios y el tiempo de juzgar a los
muertos, eran cosas separadas y distintas, que se seguían una a otra. También vi que Miguel no se había levantado aún, y que el
tiempo de angustia, cual no lo hubo nunca, no había comenzado todavía. Las naciones se están airando ahora, pero cuando nuestro
Sumo Sacerdote termine su obra en el santuario, se levantará, se pondrá las vestiduras de venganza, y entonces se derramarán las
siete postreras plagas.
Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos mientras no estuviese hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces
caerían las siete postreras plagas. Éstas enfurecieron a los malvados contra los justos, pues los primeros pensaron que habíamos
atraído los juicios de Dios sobre ellos, y que si podían raernos de la Tierra, las plagas se detendrían. Se promulgó un decreto para
matar a los santos, lo cual los hizo clamar día y noche por su libramiento. Este fue el tiempo de angustia de Jacob. Entonces todos
los santos clamaron en angustia de ánimo y fueron libertados por la voz de Dios.—Primeros Escritos, 36, 37.
Antes de la crucifixión, el Salvador había predicho a sus discípulos que iba a ser muerto y que resucitaría del sepulcro… Pero los
discípulos esperaban la liberación política del yugo romano y no podían tolerar la idea de que Aquel en quien todas sus esperanzas
[267] estaban concentradas, fuese a sufrir una muerte ignominiosa… Así también las profecías nos anuncian el porvenir con la misma
claridad con que Cristo predijo su propia muerte a sus discípulos. Los acontecimientos relacionados con el fin del tiempo de gracia y
la preparación para el tiempo de angustia han sido presentados con claridad.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 652.
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