7 de noviembre 2021 | Devoción Matutina para Adultos 2021 | Llegaremos juntos a la meta

“Te suplico encarecidamente delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra y que instes a tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo 4:1, 2).

LA SEGUNDA DE TIMOTEO es la última Carta de Pablo y se convierte en su testamento para Timoteo y para toda la iglesia cristiana. Allí, el apóstol insiste en la necesidad de predicar la Palabra de Dios para corrección, reprensión y aliento. Le pide a Timoteo que predique siempre con urgencia y que sea un evangelista (vers. 5).
Además, hace una doble advertencia sobre la apostasía: un día algunos se volverán contra la sana doctrina y se volverán a favor de la doctrina satánica (vers. 3, 4). Así, transmite su propio testimonio de haber peleado el buen combate, completado la carrera y guardado la fe, en la seguridad de la corona de justicia prometida (vers. 6-8). También siente tristeza por el abandono de Demas y otros amigos, y alaba a Dios, que lo libró de la boca del león y que lo conducirá al reino de los cielos (vers. 9-18).
Recordemos la historia de Derek Redmond, aquel atleta que se había preparado toda la vida para competir en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. Había sufrido cinco operaciones quirúrgicas, pero no desistía. Era el favorito al oro en su especialidad. Toda la carrera fue excelente, pero… a solo 150 metros de llegar a la meta sintió un dolor intenso en el músculo. Luchó. Hizo un último el esfuerzo, pero no pudo.
De repente cae al suelo con dolores insoportables. Cuando el equipo médico se acerca, él decide ponerse de pie. Quiere llegar, aunque sea caminando. Lágrimas de dolor e impotencia inundan su rostro.
La carrera había terminado y sus sueños estaban rotos, pero él decidió continuar. En ese momento, alguien se abre camino en medio del público. Es su propio padre, Jimmy Redmond. Se acerca al hijo y le dice: “Quédate tranquilo. No necesitas probarle nada a nadie”. Derek le responde: “Papá, tengo que terminar la carrera”. El padre abraza a su hijo y le dice al oído:

“Vamos a terminar juntos la carrera”.
En la carrera de la vida cristiana, no gana solo el primero.
Ganan todos los que perseveran fielmente hasta el final.
Tal vez te sientas herido y lastimado.
Tal vez estás sin fuerzas para seguir.
Mira a Pablo. Incluso encadenado,
corrió por Dios y estaba seguro de su corona.
No importa tu situación actual.
Tu Padre celestial está a tu lado y te dice:
“Vamos a terminar juntos la carrera”.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2021



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