7 de febrero 2022 | Devoción Matutina para Damas 2022 | Sanas y salvas

«Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza» (Jer. 17:14).

Naamán era un hombre poderoso, jefe del ejército del rey de Siria, muy estimado y favorecido por su rey. Pero tenía un gran problema: tenía lepra. En los tiempos bíblicos, esta era una enfermedad que marginaba socialmente a las personas. A medida que avanzaba, las uñas se aflojaban y caían. Como una gangrena, la lepra avanzaba después a los nudillos, dedos y dientes. Finalmente, consumía la nariz, el paladar, los ojos y la vida (según el comentario bíblico The Enduring Word).
Naamán tenía los días contados y por eso estuvo dispuesto a aceptar la sugerencia de una esclava israelita y visitar Samaría, en territorio enemigo. Como salvoconducto, llevó consigo una carta del rey y un generoso pago de diez talentos de plata (más de 1.2 millones de dólares de hoy). Sin embargo, las cosas no sucedieron como Naamán esperaba. En lugar de ir a su encuentro en persona, el profeta Elíseo envió un mensajero y le «recetó» un tratamiento extraño: «Ve y lávate siete veces en el río Jordán, y tu cuerpo quedará limpio de la lepra» (2 Rey. 5:10, DHH). Naamán se enfureció porque él tenía una idea muy diferente de cómo el profeta debía sanarlo: «Yo pensé que iba a salir a recibirme, y que de pie iba a invocar al Señor su Dios, y que luego iba a mover su mano sobre la parte enferma, y que así me quitaría la lepra» (2 Rey. 5:11, DHH).
Naamán estaba tan enojado que casi se volvió a su país sin intentarlo. Los ríos de su patria le parecían más limpios y mejores. Sin embargo, fue nuevamente uno de sus criados quien le salvó la vida al decir: «Señor, si el profeta le hubiera mandado hacer algo difícil, ¿no lo habría hecho usted? Pues con mayor razón si solo le ha dicho que se lave usted y quedará limpio» (2 Rey. 5:13, DHH). Finalmente, en humilde obediencia, Naamán se sumergió siete veces en las marrones aguas del Jordán y fue sanado completa y gratuitamente.
Muchas veces, como Naamán, nosotros también anticipamos la forma en que Dios nos librará de algún problema. Tal vez esperamos que nos sane de una depresión sin que hagamos ni cambiemos nada; o que salve nuestro matrimonio sin estar dispuestas al trabajo de perdón y reconciliación que requiere. Tenemos una idea tan fija, que cuando la sanidad se ofrece por otro medio, nos ofendemos. Pero tú no eliges el tratamiento. Dios elige cómo sanarte.

Señor, por favor, da me la humildad
para aceptar cualquier tratamiento que tú escojas para mí.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2022



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