6 de diciembre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Con justicia y consagración

«Se nos instruye a que nos apartemos de la vida mundana y de los placeres pecaminosos. En este mundo maligno, debemos vivir con sabiduría Justicia y devoción a Dios, mientras anhelamos con esperanza ese día maravilloso en que se revele la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo». Tito 2: 12, 13, NTV

¡OJALÁ NUESTRO CORAZÓN pueda ser profundamente impresionado con lo determinante que resulta que vivamos consagrados a Dios; y así el mundo pueda darse cuenta, al tratar con nosotros, de que hemos estado con Jesús, y que hemos aprendido de él!
La valoración del cristiano no depende de pertenecer una familia encumbrada, o de poseer talentos deslumbrantes, sino de tener la conciencia limpia y un carácter que, purificado y refinado, refleje la imagen de la Divinidad. La presencia de Aquel que dio su vida por nosotros, embellece todo el ser. […]
Los hombres y mujeres de oración tienen fuerza y poder, y están capacitados para conducir a los pecadores a la cena de bodas del Cordero. […]
No permitamos que insignificancias absorban nuestro tiempo y nuestras energías. Concentremos nuestra mente en los gloriosos temas de la Palabra de Dios. Un estudio de ellos nos dará la fortaleza que nos sostendrá a través de las pruebas y dificultades de los últimos días, y nos llevará adonde caminaremos con Cristo vestidos con vestiduras blancas, porque somos dignos.
En la Palabra de Dios, estudiada y obedecida, tenemos una guía espiritual y un instructor por cuyo medio las peores cualidades de carácter que se encuentran en nosotros pueden ser sometidas a la disciplina de su ley.
Si las enseñanzas de la Palabra se convirtieran en la influencia dominante de nuestra vida, si la mente y el corazón se sometieran a su poder restrictivo, los males que ahora existen en las iglesias y las familias no tendrían lugar. Las más puras bendiciones descenderían sobre las familias convertidas, y de esos hogares saldría una influencia que haría del pueblo de Dios una potencia que se pondría del lado de la verdad.— Review and Herald, 24 de noviembre de 1904

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White

(1654)

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