5 de septiembre | Devocional: Nuestra Elevada Vocación | Fragancia en la obra de nuestra vida
Y por el vestido, ¿por qué os congojáis? Reparad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan; más os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria fue vestido así como uno de ellos. Mateo 6:28, 29.
El gran Artista Maestro nos llama la atención a las humildes flores del campo, y nos señala el hermoso colorido y la maravillosa variedad de tintes que posee una flor. Así Dios ha revelado su habilidad y cuidado. Así mostrará el gran amor que tiene por cada ser humano.—Carta 24, 1899.
El Señor nuestro Creador pone tanto cuidado, sabiduría y tiempo en la flor insignificante como en las grandes cosas que crea. En las flores más pequeñas se ve una hermosura y una perfección que el arte humano no puede copiar. Los delicados trazos de la rosa matizada, tanto como las estrellas en el cielo, manifiestan las pinceladas del gran Artista Maestro.—Manuscrito 47, 1898, pp. 6.
Las flores escogidas … revelan las ventajas del cultivo. Nos enseñan que es nuestro privilegio mejorar. Dios quiere que pongamos fragancia en la obra de nuestra vida. Debemos ser las plantas del Señor, que le sirvamos de la manera como él quiera. Pongamos todo lo que está de nuestra parte para hermosear nuestros caracteres.
El Señor ha confiado sus huertos a hábiles cuidadores cuya obra es ocuparse de sus hermosas plantas. Debe concederse un tierno cuidado a las delicadas plantas. Los brotes inútiles deben cortarse. Las partes quebradas deben vendarse cuidadosamente. Así, aquellos que son débiles en la fe deben recibir un cuidado estimulador. Debemos atar a los débiles del jardín del Señor a nuestros propósitos más fuertes, para brindarles apoyo.
De la interminable variedad de plantas y flores podemos aprender una importante lección. No todas las flores son iguales en su forma y color. Algunas poseen virtudes sanadoras. Otras son siempre fragantes. Hay cristianos profesos que piensan que es su deber convertir a cada uno de los otros cristianos a su semejanza. Este es el plan del hombre, y no el plan de Dios. En la iglesia de Dios hay lugar para caracteres tan variados como son las flores del jardín. En su jardín espiritual hay muchas variedades de flores.—Carta 95, 1902.
El Señor cuida de las flores. Les da hermosura y fragancia. ¿No nos dará mucho más la fragancia de una disposición gozosa?—Carta 143, 1902, pp. 9.
DEVOCIONAL: NUESTRA ELEVADA VOCACIÓN
Elena G. de White
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