5 de noviembre 2020 | Devoción Matutina para Damas 2020 | La oración de Jacob: una oración modelo

UN DÍA A LA VEZ

Lecturas Devocionales para Mujeres 2020

 

«Tiene que pedir con fe, sin dudar nada; porque el que duda es como una ola del mar, que el viento lleva de un lado a otro» (Sant. 1:6).

 

En la Biblia encontramos más de una oración modelo; por supuesto, está el Padrenuestro, hecha por Jesús mismo; esa es la oración modelo por excelencia. Pero también hay otras, hechas por grandes personajes; entre ellas, se encuentra la oración de la que vamos a hablar hoy, que elevó el patriarca Jacob cuando estaba a punto de reencontrarse con su hermano, a quien le había hecho una grave ofensa. La oración dice:

«Señor, Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac, que me dijiste que regresara a mi tierra y a mis parientes, y que harías que me fuera bien: no merezco la bondad y fidelidad con que me has tratado. Yo crucé este río Jordán sin llevar nada más que mi bastón, y ahora he llegado a tener dos campamentos. ¡Por favor, sálvame de las manos de mi hermano Esaú! Tengo miedo de que venga a atacarme y mate a las mujeres y a los niños. Tú has dicho claramente que harás que me vaya bien, y que mis descendientes serán tan numerosos como los granitos de arena del mar, que no se pueden contar» (Gén. 32:9-12).

Veamos las cuatro partes de esta oración:

  1. Exaltar la grandeza del Señor, reconociéndolo como el Dios de sus antepasados que hizo grandes cosas por medio de ellos.

  2. Reconocer la indignidad propia por causa del pecado cometido: «No merezco la bondad y fidelidad con que me has tratado». Esa indignidad nos hace inmerecedores de la fidelidad de Dios pero él, igualmente, nos La otorga, porque es más grande que nosotros.

  3. Expresar de manera concreta lo que necesitamos: «¡Sálvame de las manos de mi hermano Esaú!»¿Porqué? Porque «tengo miedo». No hay nada que no podamos contarle a nuestro Dios; y no hay nada que él no esté dispuesto a perdonamos. Puedes acercarte a él con plena confianza, sabiendo que te escucha y te acepta.

  4. Finalmente, con reverencia, expresar plena confianza g agradecimiento por todas las bendiciones recibidas de Dios: «Tú harás que me vaya bien». Encontramos en estas palabras todo lo que constituye la esencia de una oración. Aprendamos de ellas lo que necesitamos ajustar para que nuestra comunicación con Dios sea mejor.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020



(1887)

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