5 de febrero | Devocional: Alza tus ojos |  Volver en sí

«No se dejen engañar: las malas compañías corrompen las buenas costumbres; así que vuelvan en sí y vivan con rectitud, y no pequen». 1 Corintios 15: 33-34, RVC

¡DESPIERTEN, MIS HERMANOS Y HERMANAS! ¡Despertemos todos ya de una vez! Hemos de proclamar el Evangelio en su sencillez. Fíjense bien en lo que dice la Escritura como si de ello dependieran su vida. Es de la mayor importancia que hagamos caso y que vaciemos nuestros corazones del egoísmo, porque está en juego nuestro bienestar eterno. ¿Estamos buscando la Perla de gran precio? ¿Nos estamos protegiendo contra las asechanzas satánicas? ¿O nos sentimos más bien inclinados a aceptar las insinuaciones de los que se han apartado de la fe, y a prestar oído a «espíritus seductores» (1 Tim. 4: 1, VM)? Nuestra salvación depende de nuestra disposición a oír y aceptar con humildad la Palabra.

¿No nos reconciliaremos acaso con Dips y obedeceremos sus mandamientos, a fin de que podamos ser santificados en cuerpo, alma y espíritu? Hemos sido comprados por precio, por la muerte del unigénito Hijo de Dios. Nuestros corazones siguen latiendo. De esa pulsación, que es independiente de nuestra voluntad, depende su vida. Comemos y dormimos con indiferente negligencia, y no obstante el cuidado protector de Dios sobre nosotros es incesante; siendo él quien controla el flujo y reflujo de la corriente vital. ¿Dónde está la gratitud que debiera surgir de nuestros labios por su cuidado sustentador? ¿Dónde está el reconocimiento por sus incesantes desvelos? […]

¡Toca ya despertar! Depongamos el orgullo y salgamos de la indiferencia. El tiempo de prueba ha llegado y hemos de posicionamos, o con Cristo o contra él. ¿De qué lado estoy yo? ¿Con el mundo o con Cristo? ¿Estoy recibiendo la verdad y preparándome para hablar de modo convincente que atraiga la atención de los apáticos e indiferentes? El Señor demanda un radical cambio de actitud. La verdad que poseemos es la Palabra del Dios viviente. ¿Qué estoy yo haciendo para cumplir con las demandas del evangelio? ¿Es para mí prioritario conocer la voluntad de Aquel que se dio a sí mismo por mí con abnegación y sacrificio, a fin de que yo pueda llegar a ser hijo de Dios? ¿Estoy realmente buscando despertar de su sueño a los demás para que se interesen en las realidades eternas?

Ahora es el momento en que todos tenemos que aprender cómo colaborar fervorosa e inteligentemente en favor de la salvación de los que están a punto de perecer. No podemos entrar en componendas con los poderes de las tinieblas. Veamos cuáles son las demandas de la ley de Dios y obedezcámosla de corazón, y entonces nuestras vidas brillarán en medio de las tinieblas espirituales del mundo.— Carta 32,5 de febrero de 1907, dirigida a los miembros de iglesia de Melboume, Australia.

 

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DEVOCIONAL

ALZA TUS OJOS

Elena G. de White

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