4 de noviembre | Devocional: Una religión radiante | Demos de lo recibido
«Dios prometió a nuestros antepasados que enviaría a un salvador, y nosotros les estamos dando esa buena noticia: Dios ha cumplido su promesa, pues resucitó a Jesús. Todo sucedió como dice en el segundo Salmo: “Tú eres mi Hijo; desde hoy soy tu padre”». Hechos 13: 32-33, TLA
CADA VERDADERO DISCÍPULO nace en el reino de Dios como misionero. El que bebe del agua viva, llega a ser una fuente de vida. El que recibe, llega a ser un dador. La gracia de Cristo en el corazón es como un manantial en el desierto, cuyas aguas surgen para refrescar a todos, y hace que quienes están a punto de perecer, ansíen beber el agua de la vida.— El Deseado de todas las gentes, cap. 19, p. 171.
Durante su ministerio público, Jesús mantuvo constantemente ante los discípulos el hecho de que ellos habrían de ser uno con él en su obra de rescatar al mundo de la esclavitud del pecado. Cuando envió a los doce, y luego a los setenta, a proclamar el reino de Dios, les estaba enseñando su deber de impartir a otros lo que él les había dado a conocer. Con su forma de obrar en todo los estaba preparando para una misión que se iría extendiendo a medida que el número de ellos aumentara, y finalmente alcanzara a hasta lo último de la tierra. La última indicación que Jesús dio a sus seguidores fue la de que les había sido encomendado transmitir a todo el mundo las alegres nuevas de la salvación — Los hechos de los apóstoles, cap. 3, p. 25.
«Pablo y Bernabé les contestaron valientemente: “Era necesario que les anunciáramos la palabra de Dios primero a ustedes […]”. Así nos lo ha mandado el Señor: “Te he puesto por luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra”». Hechos 13: 46-47, NVI
MI RELEXIÓN PERSONAL
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DEVOCIONAL: UNA RELIGIÓN RADIANTE
Reflexiones diarias para una vida cristiana feliz
Elena G. de White
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