4 de noviembre 2020 | Devoción Matutina para Jóvenes | Andrés Jackson

¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz? Pero aun si eso fuera posible, yo no los olvidaría a ustedes. Isaías 49:15.

Andrés Jackson pudo haber muerto antes de llegar a ser el séptimo presidente de los Estados Unidos, de no mediar el amor de su madre. Cuando tenía trece años de edad, él y su hermano de 16 años, Roberto, se enlistaron en el ejército revolucionarlo americano para luchar contra los británicos. Un año más tarde, ambos ya eran prisioneros de guerra.

La prisión del fuerte Camden, Carolina del Sur, estaba repleta de hombres enfermos y moribundos. No había medicinas ni nada para comer, salvo un poco de pan añejo. A Andrés no le Importaba demasiado, ya que no tenía muchas ganas de comer. Había contraído viruela. Le dolía todo el cuerpo por causa de la fiebre. Su hermano se daba vueltas y se quejaba también a su lado, sobre la paja sucia y maloliente.

-¡Anímate, jovencito! -le susurró uno de los soldados de más edad acercándose a Andrés- Natanael Greene y sus hombres acampan cerca de aquí. ¡Nos han venido a rescatar!

-¡Qué no daría por comer pollo en salsa, del que prepara mamá! -se lamentaba Andrés.

Ya se sentía mejor. Esa noche hizo un hueco en la cubierta de madera de la ventana para ver la acción. Se horrorizó al ver a los soldados estadounidenses tomar su desayuno y limpiar sus fusiles tan despreocupadamente. Más tarde, observó el humo de los disparos de sus fusiles. El ejército estadounidense no tardó en huir de sus enemigos.

-Es Inútil -le dijo Andrés a Roberto- Moriremos antes que nos saquen de aquí.

Pero no murieron. Su mamá no se había olvidado de ellos. Cabalgó los 64 kilómetros que la separaban de Camden, evadió a los centinelas y logró entrevistarse con el comandante británico.

-Por favor, señor -le rogó-. He oído que se llevará a cabo un Intercambio de prisioneros. Mis dos hijos están en su prisión, y son todo lo que me queda en este mundo desde el día en que murió mi esposo. Los necesito para que me ayuden a trabajar la chacra. ¡Tenga misericordia de esta pobre viuda y devuélvame a mis muchachos!

-La verdad es que no Importa mucho a quién libere -le respondió el comandante-. Llévese a sus muchachos, Sra. Jackson, y váyanse de aquí.

Las mamás son personas muy buenas. Te aman, cuando no hay otro que lo haga. Se acuerdan de ti, cuando todo el mundo te ha olvidado. Aun así, Jesús te ama más que cualquier mamá. ¡Nunca te desampara!

DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020



(1999)

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