4 de febrero | Devocional: Alza tus ojos | Justamente hoy es el gran día
«Porque él dice en las Escrituras: “En el momento oportuno te escuché; en el día de la salvación te ayudé”. Y ahora es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación!». 2 Corintios 6: 2, DHH
CUÁN AGRADECIDOS HEMOS DE ESTAR de que todavía no sea demasiado tarde para enmendar los errores! Es un solemne deber nuestro reflejar el amor a Dios no solo con palabras sino con hechos.
Aquí y ahora, Dios llama a obreros capaces, dispuestos a permanecer del lado del Obrero mayor. Debemos tener la verdad en el corazón y amor por Cristo. «Si alguno quiere venir en pos de mí», dice él, «niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame» (Mar. 8: 34). Cada cual tiene una tarea esencial: negarse a sí mismo, y ocuparse «en su salvación con temor y temblor» (Fil. 2: 12, RVC). […]
Todo aquel que se ponga de parte de Cristo será atacado con todo el poder de la influencia seductora de Satanás. La gracia de Dios puede renovar su corazón, fortalecerlo para enfrentar la tentación, y proporcionarle un ferviente anhelo de recibir el Espíritu Santo, y así ser purificado en la sangre del Cordero. Su alma y la de su familia valen más que todas las ganancias de este mundo. Todos necesitamos que la vida espiritual de la Palabra de Dios nos revitalice cada día. Hemos caminar humildemente con Dios. […]
Pronto quedará universalmente vindicada la justicia divina, la cual requiere que la iniquidad sea castigada. No obstante, la misericordia de Dios hace posible que todo pecado pueda ser perdonado mediante el arrepentimiento y la confesión. El perdón puede obtenerse únicamente por medio el unigénito Hijo de Dios. Solo Cristo puede expiar el pecado si el pecador se arrepiente y abandona el pecado. El hombre cortó su conexión con Dios y su vida espiritual quedó paralizada y débil por el veneno mortal del pecado. Pero hubo un momento cuando se proclamó en las cortes celestiales: «¡He encontrado la redención!». Se dio una vida divina como rescate por la humanidad; Uno igual al Padre llegó a ser nuestro sustituto.
Tan ingeniosos son los planes de Satanás para engañar y pervertir, que las mismas bendiciones que recibimos pueden transformarse en engañosas trampas. Mediante el mismo falso razonamiento por el cual engañó a Adán y Eva en el jardín del Edén, Satanás trata de convertir las bendiciones, que Dios nos envía para nuestro bien, en trampas y en una maldición. Procura inducimos a usar los dones divinos como armas en contra del Dador.
Dios dio a su Hijo unigénito a la raza humana para que pudiéramos llegar a ser «partícipes de la naturaleza divina» (2 Ped. 1:4, RVC) mediante la aceptación del remedio provisto para el pecado y permitiendo que la gracia divina obre en nuestra vida. El poder de la Divinidad obrando en la humanidad puede colocamos en una relación correcta con el Cielo. El ser humano caído, que se aferra del poder divino puesto a su alcance, puede llegar a ser uno con Dios. La vida eterna es una bendición que Cristo vino a dar al mundo.— Carta 38, 4 de febrero de 1907, dirigida a un exobrero que vacilaba durhttps://www.youtube.com/watch?v=vmvWC6z5YpIante la crisis del panteísmo en Battle Creek.
(1932)