4 de enero 2021 | Devoción Matutina para Adultos 2021 | Un personaje nada ordinario
“Entonces Bernabé, tomándolo, lo trajo a los apóstoles y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús” (Hechos 9:27).
SI HAY UN PERSONAJE extraordinario en el libro de los Hechos, ese es Bernabé. Era oriundo de la isla de Chipre, y su nombre significa “Hijo de ánimo”, “de consolación” o “de exhortación”. Ningún otro nombre más adecuado que el suyo para ilustrar lo que fue el propósito de la vida de Bernabé.
Bernabé fue un líder clave en la formación de Pablo y de Juan Marcos. Dios lo usó para llevarlos a un compromiso con la misión. Estuvo al lado de ellos, acompañándolos, motivándolos y guiándolos en el proceso del discipulado. Bernabé fue un discípulo que generó otros discípulos.
Bernabé fue un constructor de puentes entre los creyentes y un recién convertido, Saulo, y arriesgó su propia reputación a favor de alguien a quien todos rechazaban, incluso los propios apóstoles de Cristo. Es quien percibe el potencial de Saulo, él mismo cuenta su conversión y lo presenta a los demás dirigentes de la iglesia. Bernabé fue el primero en viajar con Pablo y formar un equipo misionero, fue el primero en donar su propiedad y ponerla al servicio de la iglesia. Es decir, era un hombre sensible a las necesidades de los hermanos y a la misión.
Bernabé demuestra ser digno de confianza. Cuando en Antioquía el evangelio se extiende entre los gentiles, Bernabé se alegra y apoya el crecimiento. Busca a Saulo en Tarso y lo lleva como evangelista. Los dos se convierten en maestros y la iglesia se multiplica. Fue allí donde se llamó a los creyentes «cristianos» por primera vez (Hech. 11:26).
Bernabé es un siervo generoso, sensible, sacrificado, humilde y comprometido con la tarea de predicación. Es un hombre de fe y de coraje, un forjador de líderes.
Bernabé era esa clase de discípulo que no atrajo los focos hacia sí mismo. Esto se refleja en una historia particular, registrada en Hechos 14:8 al 23. En aquellos días, muchos creían que los dioses podían mezclarse con los hombres. Incluso existía el mito de que Zeus (Júpiter) y Hermes (Mercurio) habían aparecido una vez en forma humana a un matrimonio de ancianos, a quienes les habían dado obsequios. Era tal la influencia, que en Listra, Bernabé y Pablo, fueron recibidos como dioses. A Bernabé se lo llamó Júpiter por su porte y a Pablo Mercurio, por su oratoria. Por supuesto, ambos rechazaron tal atribución.
Nuestro proceder y nuestra vida siempre ejercen influencia.
Bernabé no dejó nada escrito, pero Pablo, su discípulo más notable, inspirado por Dios, escribió casi la mitad del Nuevo Testamento. Pero también son necesarios los Bernabés, que son arriesgados y valientes, y, no obstante, actúan entre bambalinas, formando, animando, enseñando y discipulando.
Recuerda que sin Bernabés no hay Pablos.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2021
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