4 de diciembre 2021 | Devoción Matutina para Adultos 2021 | Anclados con seguridad y firmeza

“Los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros. Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario, hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros” (Hebreos 6:18-20, NVI).

Pablo expone la salvación en estos términos en este capítulo 6:
Promesa: Abraham tuvo dudas, cometió errores y pecados, pero “habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa” (vers. 15), que estaba basada en la fidelidad divina y no en la conducta humana. “Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la promesa que su propósito es inmutable, la confirmó con un juramento» (vers. 17, NVI).
Juramento: El ser humano se acoge a un superior como garantía de un compromiso. Siendo que Dios no tiene nadie superior que sea su fianza, él mismo “interpuso juramento” (vers. 17) como reaseguro, en irrefutable evidencia de la imposibilidad de incumplimiento por parte de él.
Herencia: No solo Abraham sino todo aquel que expresa la misma confianza que el patriarca, acepta la palabra y el juramento, y con ello recibe “un estímulo poderoso” (vers. 18, NVI) para la esperanza, habiendo alcanzado el perdón.
Esperanza: Existen anclas de variados tamaños. Una pequeña puede afianzar un gran navío. Las embarcaciones llevan diferentes anclas: la temporal, cuando el navío se detiene por poco tiempo, la de trabajo o principal, y la de tempestad, utilizada para superar con seguridad cualquier embate de las tormentas.
Pablo sabía de viajes, tormentas y anclas; ya que, rumbo a Roma, se precisó de cuatro anclas para asegurar la embarcación. Nadie mejor que él para usar la figura del ancla para referirse a la esperanza. El ancla era un símbolo bien conocido de la esperanza, y aparecía tanto en las tumbas paganas como en las cristianas.
Toda ancla bien echada se arroja hacia abajo, pero esta, hay que lanzarla hacia lo alto, hasta detrás del velo del Santuario celestial, donde está Cristo intercediendo por nosotros y aplicando sus méritos y su justicia a nuestra total falta de ellos.
Nadie podía seguir al sacerdote al Lugar Santísimo. Cristo es el precursor, lo cual nos asegura que no es el único. Él fue para que nosotros vayamos después.
No te ancles en lo profundo del mar, en el suelo movedizo de nuestras emociones y pasiones.
Ánclate en lo más alto del cielo, en el inamovible trono de Dios.
Ánclate en Cristo, quien por su palabra, juramento y herencia prometida hace firme nuestra esperanza.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2021



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