4 de agosto | Devocional: Una religión radiante | Un servicio alegre y dichoso
«Sé que no hay para el hombre cosa mejor que alegrarse y hacer bien en su vida». Eclesiastés 3:12
Impíos invita a sus hijos a que atiendan gozosos a sus semejantes.— Cada esfuerzo que llagamos por Cristo será remunerado por él, y todo deber que cumplamos en su nombre, contribuirá a nuestra propia felicidad.— El ministerio de curación, cap. 6, p. 59. Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 22-23.
La vida es demasiado valiosa, y está demasiado llena de responsabilidades solemnes y sagradas, como para malgastarla en placeres. Tanto los hombres como las mujeres raramente se percatan del verdadero propósito de la vida. Les atrae el brillo y la apariencia, ambicionan puestos distinguidos en el mundo, y a ello sacrifican los verdaderos propósitos de la vida.
Lo mejor de la vida: la sencillez, la honradez, la veracidad, la pureza, la integridad, ni se compran ni se venden. No tienen precio para la gente sencilla ni para los intelectuales, así como para el humilde agricultor o para el gran personaje cargado de honores. Para todos Dios ha provisto un deleite que pueden disfrutar igualmente ricos y pobres: el que se alcanza mediante el cultivo de la pureza de pensamiento y el esfuerzo perseverante, la dicha que se experimenta al ser bondadoso de palabra y con los hechos. Quienes prestan semejante servicio irradian la luz de Cristo capaz de iluminar muchas vidas sombrías y entenebrecidas.— El ministerio de curación, cap. 12, p. 127, adaptado.
«Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos». Efesios 1:18, NVI
MI RELEXIÓN PERSONAL
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DEVOCIONAL: UNA RELIGIÓN RADIANTE
Reflexiones diarias para una vida cristiana feliz
Elena G. de White
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