31 de Octubre | Mi vida Hoy | Elena G. de White | Sostienen los vientos

Y después de estas cosas vi cuatro ángeles que estaban sobre los cuatro ángulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento sobre la tierra, ni sobre la mar, ni sobre ningún árbol. Y vi otro ángel que subía del nacimiento del sol, teniendo el sello del Dios vivo: y clamó con gran voz a los cuatro ángeles, a los cuales era dado hacer daño a la tierra y a la mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que señalemos a los siervos de nuestro Dios en sus frentes. (Apoc. 7:1-3)

Cuatro ángeles poderosos siguen reteniendo los cuatro vientos de la tierra. Así se impide que se desate la terrible destrucción en su plenitud. Los accidentes terrestres y marítimos; las muertes, que aumentan poco a poco, causada, por tormentas, tempestades, desastres ferroviarios, e incendios; las tremendas inundaciones, los terremotos y los vientos, todo esto provocará el levantamiento de las naciones para librar una guerra mortal. Mientras tanto los ángeles retienen los cuatro vientos, impidiendo que el tremendo poder de Satanás se desate en todo su furor hasta que los siervos de Dios sean sellados en la frente. (RH, 07-06-1887)

Hay ángeles que retienen los cuatro vientos; estos últimos se simbolizan con un caballo furioso que trata de desatarse y, correr desenfrenado por la faz de toda la tierra, sembrando destrucción y muerte a su paso. (Carta 138, 1897)

Nos aguarda una tremenda lucha. Nos estamos acercando a la batalla del gran día del Dios Todopoderoso. Lo que ha estado controlado quedará suelto. El ángel de la misericordia está a punto de plegar sus alas, ya listo para descender del trono y dejar el mundo a merced de Satanás. (RH, 13-05-1902)

Los principados y las potestades de la tierra se han rebelado acerbamente contra el Dios del cielo. Se sienten embargados de odio contra los que sirven a Dios, y pronto, muy pronto se librará la última y gran batalla entre el bien y el mal. La tierra será el campo de batalla, o sea el escenario de la última justa y la victoria final. (RH, 13-05-1902) (319)

DEVOCIONAL ADVENTISTA

MI VIDA HOY

Reflexiones para cada día

Elena G. de White

(1715)

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