31 de Octubre | Exaltad a Jesús | Elena G. de White | El eterno cuidado de Cristo

Escribe al ángel de la iglesia de Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia. Apocalipsis 2:1-2.

Este cuadro revela una vigilancia eterna. Cristo se encuentra en medio de los siete candeleros de oro, caminando de una iglesia a otra, de una congregación a otra, de un corazón a otro. No dormirá el que guarda a Israel. Si los candeleros hubieran sido dejados al cuidado de los seres humanos, ¡cuántas veces sus luces se hubieran debilitado y apagado! Pero Dios no ha abandonado a su iglesia en manos de hombres. Cristo, el que dio su vida por el mundo, para que todo aquel que en él crea no se pierda mas tenga vida eterna, es el Velador de la casa. ¡Es el Guardián fiel y verdadero, de los atrios del templo del Señor!

“El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto”. Y estas palabras se dirigen a los maestros de la iglesia: aquellos a quienes Dios les confía pesadas responsabilidades. Las dulces influencias que deberían abundar en la iglesia están ligadas a los ministros de Dios, que han de revelar el precioso amor de Cristo. Las estrellas del cielo están bajo su control. El las llena de luz. El conduce sus movimientos y los dirige. Si no lo hiciera, se transformarían en estrellas caídas. Así sucede también con sus ministros. No son otra cosa que instrumentos en sus manos, y todo el bien que logran cumplir se realiza gracias a su poder. Su luz llega a resplandecer mediante ellos. El Salvador está llamado a ser su eficiencia. Ellos serán capaces de realizar su obra si tan sólo confían en Cristo como él confió en su Padre. A medida que dependan de Dios, él les concederá su resplandor para que lo reflejen ante el mundo.

A lo largo y a lo ancho de la tierra, Cristo camina en medio de sus iglesias. Con intenso interés observa a su pueblo para ver si se encuentra en una condición espiritual capaz de promover los intereses de su reino. Está presente en cada reunión de la iglesia. El conoce a las personas cuyos corazones puede llenar con el aceite santo, para que lo puedan impartir a los demás. Los que llevan a cabo fielmente la obra de Cristo, representando el carácter de Dios en palabras y hechos, cumplen el propósito que el Señor tiene para ellos y Cristo se complace en ellos.

“Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia”. Cristo conoce la historia y la experiencia de cada una de las personas que lo han aceptado. A su pueblo le dice: “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida”. El atesora cuidadosamente cada acto de amor y perseverancia realizado por ellos… Cristo sostiene a las estrellas en su mano derecha, y mediante ellas se propone hacer que su luz brille sobre el mundo. De ese modo tiene el propósito de preparar a su pueblo para prestar un servicio más elevado en la iglesia superior… Demostremos mediante nuestras vidas lo que la gracia divina puede hacer en favor de la humanidad.—The Review and Herald, 26 de mayo de 1903.

 

DEVOCIONAL EXALTAD A JESÚS

Elena G. de White

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