31 de enero | Devocional: Ser Semejante a Jesús | La oración ayuda a guiar a la verdad
El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. Juan 7:17.
Antes de salir para su encuentro final con los poderes de las tinieblas, levantó sus ojos al cielo y oró por sus discípulos…
La preocupación en el pedido de Jesús era que los que creyeran en él fuesen guardados del mal del mundo y santificados por medio de la verdad. No nos abandona para que conjeturemos acerca de qué es la verdad, pues añade: “Tu Palabra es verdad”. La Palabra de Dios es el medio por el cual se logra nuestra santificación.
Entonces, es de la mayor importancia que nos familiaricemos con las sagradas instrucciones de la Biblia. Es tan necesario para nosotros que comprendamos las palabras de vida como lo era para los discípulos estar informados con respecto al plan de salvación. Estaremos sin excusa si, por causa de nuestra propia negligencia, ignoramos las demandas de la Palabra de Dios. Dios nos ha dado su Palabra, la revelación de su voluntad, y ha prometido el Espíritu Santo a todos los que lo pidieren, para guiarlos a toda verdad, y cada alma que sinceramente desee hacer la voluntad de Dios conocerá la doctrina…—Reflejemos a Jesús, 93.
Desde el tiempo en que el Hijo de Dios tuvo que soportar los prejuicios arrogantes de los incrédulos, no se ha producido ningún cambio en las actitudes del mundo con respecto a la religión de Jesús. Los siervos de Cristo tendrán que afrontar el mismo espíritu de oposición y reproche, y marchar “fuera del campamento, llevando su vituperio”. Hebreos 13:13.
Su enseñanza [la de Jesús] era clara, sencilla y abarcante. Las verdades prácticas que enunció tenían poder de convicción y llamaban la atención de la gente. Las multitudes permanecían junto a él, maravillándose por su sabiduría. Sus modales estaban en armonía con las grandes verdades que proclamaba. No pedía disculpas, no vacilaba ni había la menor sombra de duda o incertidumbre de que fueran diferentes de lo que él declaraba. Hablaba de lo terrenal y lo celestial, de lo humano y lo divino, con autoridad absoluta; y la gente se admiraba “de su doctrina, porque su palabra era con autoridad”. Lucas 4:32…
Es un asunto de la mayor importancia e interés para nosotros el que comprendamos qué es la verdad, por lo que debiéramos elevar nuestras peticiones con intenso fervor para que seamos guiados a toda verdad.—The Review and Herald, 7 de febrero de 1888.
DEVOCIONAL SER SEMEJANTE A JESÚS
Elena G. de White
(1527)