30 de septiembre | Exaltad a Jesús | Elena G. de White | Veraces, francos, honestos
Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. Apocalipsis 2:10.
El ojo de Dios, que todo lo ve, percibe los defectos de todos y la pasión rectora de cada uno; sin embargo, soporta nuestros errores y se compadece de nuestra debilidad. Ordena que sus hijos acaricien el mismo espíritu de ternura y paciencia. Los verdaderos cristianos no se regocijarán ante la oportunidad de exponer las faltas y deficiencias de otros. Pondrán, en cambio, atención en lo que es atractivo y bello. Para el cristiano, cada acto de crítica, cada palabra de censura o condenación, es doloroso…
Si todos los profesos cristianos usaran sus poderes de investigación para descubrir qué males necesitan ellos mismos corregir, en vez de hablar de los males ajenos, se haría presente en la iglesia una condición más saludable. Algunos son honestos si no les cuesta nada; pero la honestidad se olvida si el engaño produce mejores ganancias. La honestidad y la astucia no trabajan unidas en la misma mente. Con el tiempo, se expulsará la tendencia a confiar en la astucia, con lo cual la verdad y la honestidad reinarán supremas, o, si se acaricia la astucia, se olvidará la honestidad. Nunca están de acuerdo entre sí; no tienen nada en común. La una es el profeta de Baal, la otra, el profeta de Dios. Cuando el Señor junte sus joyas escogidas, mirará con placer a los veraces, los francos y honestos. Los ángeles se ocupan en hacer coronas para los tales, sobre esas coronas llenas de estrellas, se reflejará en su esplendor la luz que irradia del trono de Dios.—Testimonies for the Church 5:95-96.
El Señor está probando a su pueblo. Podemos ser tan severos y críticos con nuestro propio carácter defectuoso como querramos serlo; pero seamos bondadosos, compasivos y corteses para con los demás. Preguntemos cada día: ¿Estoy sano hasta lo más profundo de mi ser, o es falso mi corazón? Roguémosle al Señor que nos salve de cualquier engaño en este asunto. Aquí hay envueltos intereses eternos. Mientras que muchos se afanan tras el honor y la ganancia material, ustedes, mis amados hermanos, procuren con insistencia obtener la seguridad del amor de Dios, y exclamen: ¿Quién me mostrará cómo asegurar mi llamado y elección?
Satanás estudia cuidadosamente los pecados que se arraigan en la constitución de los seres humanos, y luego comienza su obra de atraerlos y entramparlos. Nos hallamos frente a las peores tentaciones, pero si luchamos con denuedo en las batallas del Señor, hay victoria para nosotros. Todos estamos en peligro. Pero si caminamos con humildad y oración, saldremos del proceso de prueba más preciosos que el oro fino, aún más que el oro de Ofir. Si somos descuidados y no cultivamos la oración, seremos como bronce que resuena o címbalo que retiñe.
Algunos casi se han perdido en los laberintos del escepticismo. A los tales yo les diría: Eleven su mente por encima de ese nivel, y colóquenla firmemente en Dios. Mientras más estrechamente nos unan al Eterno la fe y la santidad, más clara y brillante aparecerá ante nuestra vista la justicia de sus acciones. Que el objetivo de nuestros esfuerzos sea la vida, la vida eterna.—Testimonies for the Church 5:97-98.
DEVOCIONAL EXALTAD A JESÚS
Elena G. de White
(871)