30 de Octubre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | La esperanza de gloría
«Dios decidió darles a conocer este plan tan grande y maravilloso para todas las naciones, y que es el siguiente: Dios envió a Cristo, para que habite en ustedes y les dé la seguridad de que van a compartir el poder y la gloria de Dios». Colosenses 1: 27, TLA
LO QUE PRODUCE A CASI TODOS los seres humanos enfermedades del cuerpo y de la mente, son los sentimientos de descontento y los anhelos insatisfechos. No tienen a Dios, ni la esperanza que llega hasta dentro del velo, que es para el creyente un ancla segura y firme. «Todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro» (1 Juan 3:3). Así estarán libres de inquietudes y descontento; no vivirán buscando males continuamente ni acongojándose por dificultades prestadas. Pero vemos a muchos sufrir dificultades de antemano; la ansiedad está estampada en todas sus facciones; no parecen hallar consuelo, sino que continuamente esperan algún mal terrible. […] Pero las vanas diversiones no corregirán nunca el espíritu de estas personas. Necesitan la influencia transformadora del Espíritu de Dios para ser felices.— Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 492.
Esas personas necesitan el beneficio de la mediación de Cristo para recibir consolación divina y paz y sosiego. «El que quiere amar la vida y ver días buenos, […] apártese del mal y haga el bien; busque la paz y sígala» (1 Ped. 3: 10, 11). […] Los que tienen un conocimiento experimental de esta enseñanza son verdaderamente felices. […] Cristo en ellos, la esperanza de gloria, será salud para el cuerpo y fortaleza para el alma.— Testimonios para la iglesia, t. 1, pp. 492, 493.
El creyente imbuido del amor de Jesús […] disfruta contemplando a su Maestro, y contemplándolo, será transformado a su semejanza. Cristo, la esperanza de gloria, se forma en el interior. Su confianza aumenta, […] y su amor se profundiza y amplía, a medida que tiene la seguridad de que habita en Cristo, y Cristo en él. […]
Todos podemos acudir a Jesús en busca de su más tierna compasión y recibir ánimo para perseverar, poniendo toda nuestra confianza en el que dijo: «Confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33).— The Youth’s Instructor, 9 de agosto de 1894.
DEVOCIONAL ADVENTISTA
HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White
(1629)