30 de noviembre | La fe por la cual vivo | Elena G. de White | No los abandonaré

Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, que no hay; secóse de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé. Isaías 41:17.

“Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la cólera de Dios de la que son amenazados los que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca. Las plagas que cayeron sobre Egipto cuando Dios estaba por libertar a Israel fueron de índole análoga a los juicios más terribles y extensos que caerán sobre el mundo inmediatamente antes de la liberación final del pueblo de Dios. En el Apocalipsis se lee lo siguiente con referencia a esas mismas plagas tan temibles: ‘convirtióse en úlcera maligna y gravosa en los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen,’ … ‘el mar se convirtió en sangre como de un muerto y toda alma viviente de las que había en el mar, murió.’ … ‘los ríos y las fuentes de agua, también se convirtieron en sangre.’ Por terribles que sean estos castigos, la justicia de Dios está plenamente vindicada….
“Estas plagas no serán universales, pues los habitantes de la tierra serían enteramente destruidos. Sin embargo serán los azotes más terribles que hayan sufrido jamás los hombres. Todos los juicios que han caído sobre los hombres antes del fin del tiempo de prueba, han sido mitigados con misericordia… pero en el juicio final la ira de Dios será derramada sin mezcla de misericordia.
“El pueblo de Dios no quedará libre de padecimientos; pero… no será abandonado para perecer…. Mientras los malvados estén muriendo de hambre y pestilencias, los ángeles protegerán a los justos y suplirán sus necesidades.”—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 685 – 687.

DEVOCIONAL LA FE POR LA CUAL VIVO
Elena G. de White

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