30 de abril 2025 | Devoción Matutina para Adultos 2025 | ¿Dios nos pide ser perfectos?

ABRIL: EN MI CRECIMIENTO ESPIRITUAL

«Por lo tanto, sean ustedes perfectos. como su Padre que está en los cielos es perfecto» (Mateo 5: 48, RVC).

Mi primera formación teológica tuvo lugar en el Seminario Adventista de Collonges-sous-Saleve (Francia). Y allí trabajé como profesor de Nuevo Testamento durante quince años, diez de ellos siendo además decano de la Facultad de Teología. Estos fueron algunos de los años más llenos de bendiciones de mi ministerio.
Cuando mucho más tarde tuve que verme confrontado, a nivel internacional, con ciertas corrientes teológicas, dentro y fuera de la iglesia, me sorprendió constatar que en el entorno adventista de lengua francesa que yo conocía habíamos tenido muy pocas discusiones sobre el problema del llamado «perfeccionismo» (doctrina según la cual para salvarnos necesitamos alcanzar la perfección). Buscando porqués, constaté que el versículo que causaba la mayoría de las controversias era Mateo 5: 48, el texto escogido para la meditación de hoy.
Ahora bien, este texto en las Biblias francesas más usadas (por ejemplo, La Nouvelle Bible Segond), no dice «sean perfectos» sino «serán perfectos» (vous serez parfaits, en francés). Como profesor de griego del Nuevo Testamento, me resulta reconfortante verificar que el texto original (que por cierto es tan seguro que no cuenta con ninguna variante), es decir, el texto en el que deberían basarse todas las traducciones, no usa el verbo «ser» (eimi) en imperativo (este), sino en futuro (esesthe); es decir, que en el griego no dice «sean» sino «serán perfectos».
Eso explica que los lectores de esa excelente versión de la Biblia no suelan ver en este texto, en primer lugar, una orden (aunque el tiempo futuro también puede tener ese sentido), sino una promesa. Si esta fue la intención del Señor, o del evangelista, podríamos leer en este texto algo parecido a lo siguiente: «Para ustedes tengo un ideal sumamente elevado; deseo que lleguen a ser perfectos, pero no se lo exijo ahora, sino que se lo prometo. Si siguen conmigo por el camino que yo les señalo, con la ayuda de mi Espíritu, lo conseguirán, porque esto es tarea de Dios, no de ustedes». Al parecer, Lucas lo comprendió así, ya que, en el pasaje paralelo, no habla de «perfección» sino de «misericordia» (ver Luc. 6: 36).
Esta lectura es también la que mejor concuerda con los deseos de Pablo para los tesalonicenses: «Que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que guarde irreprensible todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, para la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1 Tes. 5: 23). Dios no exige perfección: la promete.
La santificación es una obra divina, no humana.

Señor, hoy te digo con Agustín de Hipona: «Dame lo que pides y pídeme lo que quieras».

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DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2025



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