3 de mayo | Devocional: Exaltad a Jesús | La observancia del sábado

Yo soy Jehová vuestro Dios; andad en mis estatutos, y guardad mis preceptos, y ponedlos por obra; y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios. Ezequiel 20:19-20.

En ocasión del éxodo de Egipto, la institución del sábado fue recordada al pueblo de Dios en forma destacada. Mientras estaba todavía en servidumbre, sus capataces habían intentado obligarlo a trabajar en sábado aumentando la cantidad de trabajo que exigían cada semana. Fueron haciendo cada vez más duras las condiciones del trabajo y exigiendo cada vez más. Pero los israelitas fueron librados de la esclavitud y llevados adonde pudieran observar sin molestias todos los preceptos de Jehová.

La ley fue promulgada en el Sinaí; y una copia de ella, en dos tablas de piedra, “escritas con el dedo de Dios”, fue entregada a Moisés. Éxodo 31:18. Durante casi cuarenta años de peregrinación, el día señalado por Dios fue recordado constantemente a los israelitas por el hecho de que no había maná cada séptimo día, y la doble porción que caía en el día de preparación se conservaba milagrosamente.

Antes de entrar en la tierra prometida, los israelitas fueron exhortados por Moisés a guardar “el día de reposo para santificarlo”. Deuteronomio 5:12. El Señor quería que por una observancia fiel del mandamiento referente al sábado, Israel recordase continuamente que era responsable ante él como su Creador y Redentor. Mientras observasen el sábado con el debido espíritu, no podría haber idolatría; pero si se descartaban las exigencias de ese precepto del Decálogo como si no estuviese en vigencia, el Creador quedaría olvidado, y los hombres adorarían otros dioses.

Dios declaró: “Diles también mis sábados, que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico”. Sin embargo, “desecharon mis derechos, y no anduvieron en mis ordenanzas, y mis sábados profanaron: porque tras sus ídolos iba su corazón”. Y al suplicarles que volviesen a él, les llamó la atención nuevamente a la importancia que tenía la santificación del sábado. Dijo: “Yo soy Jehová vuestro Dios; andad en mis ordenanzas, y guardad mis derechos, y ponedlos por obra: y santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vosotros para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios”. Ezequiel 20:12, 16, 19, 20…

Durante su ministerio terrenal, Cristo recalcó la vigencia de lo ordenado acerca del sábado; en toda su enseñanza manifestó reverencia hacia la institución que él mismo había dado. En su tiempo el sábado había quedado tan pervertido que su observancia reflejaba el carácter de hombres egoístas y arbitrarios más bien que el carácter de Dios. Cristo puso a un lado las falsas enseñanzas con que habían calumniado a Dios los que aseveraban conocerle. Aunque los rabinos le seguían con implacable hostilidad, no aparentaba siquiera conformarse con sus exigencias, sino que iba adelante observando el sábado según la ley de Dios.—La Historia  de Profetas y Reyes, 134-136.

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DEVOCIONAL

EXALTAD A JESÚS

Elena G. de White

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