3 de marzo 2023 | Devoción Matutina para Menores 2023 | Peregrinos

«Le dijo a José: «El Dios todopoderoso se me apareció en la ciudad de Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo con estas palabras: Mira, yo haré que tengas muchos hijos, y que tus descendientes lleguen a formar un conjunto de naciones. Además, a tu descendencia le daré esta tierra. Será de ellos para siempre'»» (Génesis 48: 3,4).

Abraham vivió ciento setenta y cinco años; Isaac, ciento ochenta; Jacob, ciento cuarenta y siete; y José, ciento diez. ¿Qué tuvieron todos estos patriarcas en común? Todos vivieron por fe. Sabían que Dios iba a actuar, aunque ellos no estuvieran presentes y que el Señor cumpliría la promesa de darles la tierra prometida a sus descendientes. También confiaban en que de su pueblo iba a nacer el Redentor del mundo. No les importaban sus riquezas, pues sabían que eran peregrinos en este mundo y que Dios tenía preparado algo mejor para ellos: la patria celestial.
El autor de la Carta a los Hebreos expresa atinadamente qué fue lo que los impulsó y cómo pensaban los patriarcas: «Todas esas personas murieron sin haber recibido las cosas que Dios había prometido; pero como tenían fe, las vieron de lejos, y las saludaron reconociéndose a sí mismos como extranjeros de paso por este mundo. […] Si hubieran estado pensando en la tierra de donde salieron, bien podrían haber regresado allá; pero ellos deseaban una patria mejor, es decir, la patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les tiene preparada una ciudad» (Hebreos 11:13, 15, 16).
Además de su fe, tuvieron en común que todos cometieron errores, eran humanos, tenían debilidades y se equivocaban como nosotros. No eran perfectos, pero nunca se olvidaron de Dios. Siempre acudieron a él y con humildad reconocieron sus faltas. Levantaban un altar y sacrificaban un cordero para simbolizar su fe en Cristo Jesús. Dios los aceptó por su gracia. Conforme pasó el tiempo, llegaron a reflejar cada vez más nítidamente el carácter del Eterno e impactaron no solo a una nación, sino al mundo entero.
Nosotros también somos peregrinos, estamos de paso, este mundo no es nuestro hogar. Dios nos tiene reservado un lugar mucho mejor que Canaán. Quiere llevarnos al cielo. Mientras tanto, podemos confiar cada día más en su Palabra, depender siempre de él, reflejar su amor y compartir nuestra esperanza.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA MENORES 2023



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