3 de agosto | Una religión radiante | Elena G. de White | Ahora disfruta leyendo la Biblia
«Si ellos escuchan y le sirven, acabarán sus días con bienestar y sus años con dicha». Job 36: 11
EL CRISTIANO TIENE una fuente de fortaleza y alegría que a los amadores de los píaceres les resulta completamente desconocida.— Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 534.
La conversión es una obra que la mayoría no valora lo suficiente. No es cosa fácil transformar una mente terrenal amante del pecado, e inducirla a aceptar el inmenso amor de Cristo, su portentosa gracia y lo sublime que es la Divinidad; de tal manera que el alma se impregne del amor divino y quede cautivada por los misterios celestiales. Cuando alguien lo comprende, la vida anterior le parece desagradable y detestable. Entonces aborrece el pecado y, quebrantando su corazón delante de Dios, abraza a Cristo, vida y gozo del alma; y renuncia a sus placeres anteriores. Adquiere una nueva mentalidad, nuevos afectos, nuevo interés, nueva voluntad.
Las tristezas, deseos y amor son todos nuevos. Así que se aparta de «la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida» (1 Juan 2:16, RVA), que hasta entonces había preferido a Cristo, y ahora este es el encanto de su vida, la corona de su regocijo. Considera, en toda su gloria y esplendor, el cielo que no le atraía antes, y lo contempla como su patria futura, donde verá, amará y alabará a Aquel que lo redimió con su sangre. […] La Palabra de Dios que antes le parecía árida y sin interés, le resulta una carta escrita por Dios, que lleva la firma del Eterno. […] Las obras de la santidad, que le parecían enojosas, son ahora su delicia.— Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 264-265, adaptado.
«Si tu ley no hubiera sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido.
Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has vivificado». Salmo 119: 92-93
DEVOCIONAL ADVENTISTA
UNA RELIGIÓN RADIANTE
Reflexiones diarias para una vida cristana feliz
Elena G. de White
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