Added by Valeria Padillaon noviembre 28, 2020
29 de noviembre 2020 | Devoción Matutina para Adultos 2020 | Del lamento al gozo
BUENA MEDICINA ES EL CORAZÓN ALEGRE
Lecturas devocionales para Adultos 2020
“Has cambiado mi lamento en baile; me quitaste la ropa áspera y me vestiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, ¡te alabaré para siempre!” (Salmo 30:11, 12).
La Sagrada Escritura menciona la danza y el baile en una veintena de ocasiones. A veces, como actividad deplorable; otras, como manifestación de gozo y celebración; y aún otras como forma de adoración. Por ejemplo, en un extremo vemos a los israelitas danzando en torno al becerro de oro, actividad idólatra y abominable (Éxo. 32:19). La hija de Herodías bailó para el goce sensual de Herodes y sus invitados (Mat. 14:6), una actividad reprobada por Dios. En el otro extremo, observamos la danza como muestra de adoración, como cuando María, hermana de Aarón, danzó con una multitud de mujeres para dar gloria a Dios tras el paso del mar Rojo (Éxo. 15:20); cuando el padre en la historia del hijo pródigo organizó la fiesta de regreso de su hijo con cantos y danzas (Luc. 15:23-25); o cuando el salmista y el profeta Jeremías hablan de adorar a Dios con danza, pandero, arpa, cuerdas y flauta (Sal. 149:3; 150:4; Jer. 31:4).
El texto de hoy muestra el baile como una manifestación de gozo interno que rebosa en actividad física. Sin embargo, los bailes modernos no denotan gozo, sino sensualidad, así que el seguidor de Cristo debe evitar este tipo de actividad.
La verdadera transformación del lamento al gozo ocurre por influencia del Espíritu Santo. Ese regocijo es independiente de las circunstancias, como lo observamos en los primeros cristianos que experimentaban alegría a pesar de las brutales persecuciones que sufrieron. Los vemos cuando “partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría” (Hech. 2:46); también observamos a los gentiles de Antioquía, que se regocijaban en medio de la discriminación (Hech. 13:48) o al carcelero de Filipos, que “se regocijaba con toda su casa de haber creído a Dios” (Hech. 16:34) en momentos en los que estaba en riesgo su vida.
El versículo de hoy usa el contraste del llanto y la danza y muestra claramente a Dios como agente transformador para alcanzar la alegría a partir del llanto. Sí, Dios puede y quiere sacarnos de la tristeza, del desánimo y de la pesadumbre para que disfrutemos de la vida y estemos preparados para recibirle con gozo. El Señor nos bendecirá si se lo permitimos. Entonces acabaremos diciendo con el salmista: “Listo está mi corazón, Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré y entonaré salmos” (Sal. 57:7)
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2020
BUENA MEDICINA ES EL CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020
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